PERÚ NO SE LIBERA DE LOS FUJIMORI
Francisco Carranza Romero
ACIERTOS Y DESACIERTOS
Desde que Alberto Fujimori Fujimori ocupó la presidencia de la República del Perú (28 de julio de 1990), gracias a los votos de los cristianos protestantes, apristas, comunistas y otros simpatizantes, fue protagonista de decisiones y hechos positivos y lamentables.
Algunos de sus logros positivos son: 1. Recuperación económica del país que había quedado en ruina por los malos manejos de su antecesor Alan García. 2. Derrota de los movimientos guerrilleros Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru que causaron caos al país y mataron a mucha gente inocente. 3. Imposición del orden en el país. 4. Visita de muchos lugares alejados llevando ayuda y progreso a donde otros presidentes no habían llegado.
Sin embargo, Fujimori también cometió muchos errores y delitos por seguir sus propias ambiciones o por no poder controlar a los que lo rodearon:
1. Cierre del congreso (5 de abril de 1992) para silenciar a los opositores.
1. Cierre del congreso (5 de abril de 1992) para silenciar a los opositores.
2. Cambio de la Constitución (1993) para hacerse reelegir una y otra vez. Si se hubiera retirado después del primer período y hasta del segundo período, hoy sería admirado y recordado con gratitud.
3. Corrupción (“virus social” como lo ha llamado también el Papa Francisco) de las instituciones como las Fuerzas Armadas, Poder Judicial, Poder Legislativo y Ministerio de Salud. Algunos videos que pudieron salir de los depósitos seguros demostraron los sobornos.
4. Persecución y desaparición de civiles por las fuerzas militares y paramilitares. La masacre en Barrios Altos y el arresto y matanza de 9 estudiantes y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta) son recordados por los familiares. Los restos quemados de las víctimas de La Cantuta son evidencias.
5. Control de los medios de comunicación.
6. Campaña de planificación familiar convertida en esterilización de miles de mujeres del área rural.
7. Renuncia a la presidencia (noviembre de 2000) desde Japón donde se refugió por tener también la ciudadanía japonesa.
Si Alberto Fujimori hubiera obrado como un noble japonés, como pretendió hacer creer posando para la foto con ropa y espada de samuray, no habría huido del Perú para renunciar la presidencia por fax. Un noble no huye de la justicia, la enfrenta con dignidad pase lo que pase.
8. No asumir su responsabilidad mediata por la desaparición de muchos civiles. Sin pedir perdón sigue repitiendo: “Soy inocente”. Si él es inocente, ¿quién o quiénes son los culpables de tantos delitos de lesa humanidad?
INDULTO Y BOFETADA
El 24 de diciembre de 2017, en la víspera de la Navidad, los peruanos recibimos la sorpresiva noticia de que el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, había concedido el indulto humanitario a Alberto Fujimori en el décimo año de una sentencia de 25 años de prisión por violaciones de los derechos humanos. Fue llevado al hospital para justificar que estaba en estado grave. Después de unos días de internamiento, por milagro de algún santo o por alguna medicina mágica, salió del hospital sonriente, saludando a los periodistas y a los que estaban en las inmediaciones. Para llamar más la atención, todo fue de día. El indultado, ya libre, llama la atención de la prensa.
Y la peor bofetada a todos los pobres y a sus adversarios fue alojarse en una mansión con árboles y piscina que cuesta 5 mil dólares estadounidenses por mes. Dice que sus amigos pagan el alquiler.
“Muchos son
los que se ocultan
bajo las flores.
Ahora más que en otros tiempos
de las glicinas crecen las sombras” (Ariwara No Narihira).
Los familiares de las víctimas, ninguneados y desprotegidos en Perú, han presentado sus demandas ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Ahora el gobierno peruano habla de reconciliación nacional, del perdón al autor mediato de los crímenes y de la necesidad de voltear la página como si nada hubiera ocurrido. ¿Perdonar a quien no asume su culpa? No es el momento del perdón sin arrepentimiento sincero; es la hora del cumplimiento de la justicia.
UNA HUMILDE PETICIÓN
Los Fujimori, desde 1990, se han convertido en personajes de la tragicomedia política del Perú. La hija Keiko ya estuvo como primera dama por la separación de sus padres, y ha fracasado dos veces tratando de llegar a la presidencia del Perú. El hijo Kenji también hace esfuerzos por llegar a la presidencia. Y desde el congreso los fujimoristas, que tienen la mayoría absoluta, tumban ministros, aprueban leyes según sus conveniencias y obstaculizan al Poder Ejecutivo.
Si la familia Fujimori tiene, realmente, algo de nobleza, que haga un gran favor al Perú alejándose de la política. Sin las intrigas de los Fujimori, quizás el Perú marche mejor. Perú no es una Fujichacra ni Fujilandia.
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