jueves, 15 de febrero de 2018

DESARROLLO Y DESARROLLISMO

DESARROLLO Y DESARROLLISMO

Francisco Carranza Romero

Los políticos y los técnicos intentan iluminar nuestro mundo con sus floridos discursos repitiendo el vocablo desarrollo y presentándolo como el único remedio para nuestros males. Sin embargo, tanta contaminación y desorden acompañados de otras tantas perogrulladas, loas y verborreas poco aclaran el ambiente. Es que el desarrollo sin planificación y sin la participación del pueblo no es más que el vacuo desarrollismo que genera el caos. 

Central Hidroeléctrica de Quitaracsa

Para no ser abstracto ni genérico, cito un caso concreto: la construcción de la Central Hidroeléctrica de Quitaracsa. En 2006, gracias a las breves noticias periodísticas, la comunidad campesina de Quitaracsa (Perú) se enteró, sorprendida, del proyecto de la construcción de una central hidroeléctrica aprovechando las aguas cristalinas de su río. Sin embargo, sus actuales autoridades y pobladores ignoran los datos precisos: ¿Quiénes participaron en el convenio con la empresa constructora? ¿En qué lugar se construirá? Los campesinos sólo recuerdan a ciertos visitantes citadinos a quienes los atendieron como hacen con los forasteros. Esos forasteros habrían visto la abundancia y la limpidez del río Quitaracsa porque los campesinos no arrojan sus basuras al río. Y esos visitantes, posiblemente, habrían elaborado el proyecto de la central hidroeléctrica. 

¿Los técnicos habrían pensado en los beneficios para la comunidad? O, ¿solamente habrían calculado los beneficios económicos para la empresa vendiendo la energía hidráulica? ¿Se habrían considerado los cambios económicos, sociales, morales y culturales que afectarán a la comunidad? 

Que quede muy claro: Ningún poblador de Quitaracsa se opone al progreso; pero sí, todos quieren saber los detalles del proyecto para poder participar con responsabilidad en el convenio antes del inicio de la obra. La modernidad, por más buena que sea, debe ser aceptada por el consenso general. Si el Ministerio de Energía y Minas ha dado el visto bueno al proyecto de una empresa privada sin hacer participar al pueblo, otra vez se ha equivocado. 

Las distinguidas autoridades peruanas que firman el convenio no conocen los lugares de los proyectos ni vivirán allí. Con este modus operandi de “llevar el progreso ignorando al pueblo” se quita la oportunidad de que el pueblo sea partícipe consciente de los cambios de su historia. Es la obligación de las autoridades distritales, provinciales y regionales de promover el diálogo para informar y orientar cualquier proyecto que afecte a los pueblos para evitar los posteriores enfrentamientos y lamentos como ya han ocurrido con los proyectos mineros. El progreso no debe ser impuesto porque ni el paraíso se impone. Eso hacen sólo los dictadores que niegan el poder de decisión a los pueblos. 

Los quitaracsinos, aunque esperan trabajar como obreros en la obra, también tienen sus temores porque la gente extraña que llegue puede afectar la vida de la comunidad. Y, como ya ha ocurrido en muchos lugares, los extraños pueden dedicarse a excavar y destruir los restos arqueológicos que abundan en la zona y que todavía no han sido estudiados por gente especializada, ya que sólo han sido fotografiados y admirados por los visitantes extranjeros. Los traficantes del patrimonio cultural, que dañan las conciencias de la gente con dádivas y dinero, ya están merodeando. Por algo hay tantos tesoros peruanos en el extranjero que difícilmente serán devueltos. 

La comunidad quechuahablante de Quitaracsa, a pesar de la escuela castellanizante, mantiene muchas manifestaciones culturales propias porque hasta ahora ha vivido sin carretera y sin energía eléctrica. Un pueblo vale tanto por su riqueza cultural como por su progreso tecnológico. Aun en el atraso y pobreza hay valores culturales que deben ser respetados. Y la riqueza cultural tradicional es también una atracción del turismo. 

La realidad es que los campesinos de Quitaracsa, aunque autosuficientes por sus cultivos, ganados, telares y la práctica tradicional de la medicina, no tienen el dinero suficiente para condicionar sus viviendas para la era de la electricidad, ni para la instalación del fluido eléctrico, ni para los pagos mensuales del consumo de electricidad. Si estos problemas no son resueltos antes del inicio de la obra, la central hidroeléctrica no será un beneficio para la comunidad, sólo será un jugoso negocio para la empresa comercializadora de la energía. Y cuando la comunidad reclame sus derechos, la empresa pedirá la protección al gobierno central; entonces llegarán las fuerzas del orden para defender los intereses de los empresarios. Aunque la Historia Oficial no mencione, la memoria colectiva recuerda el modus operandi del sistema político que gobierna. 

Antes del inicio del trabajo conviene que intervengan el Instituto Nacional de Cultura (para defender el patrimonio cultural), el Ministerio de Agricultura, el Ministerio de Energía y Minas, y la comunidad de Quitaracsa para defender sus derechos y asumir sus responsabilidades. 

Así como deseamos que el progreso llegue a los pueblos más alejados para superar el atraso y la pobreza, también deseamos que el pueblo tome conciencia del valor del desarrollo sin convertirlo en una panacea. Porque hay tantos casos en que el desarrollismo ha generado el desorden, la contaminación del medio ambiente, y la muerte de la riqueza cultural que no da orgullo y alegría a los pueblos. Un ejemplo: el pueblo andino de Oroya es uno de los diez más contaminados del mundo debido a la contaminación minera. ¿Un motivo de orgullo para el Perú? 

El desarrollismo y el materialismo han destrozado los grandes valores: la familia, la solidaridad y la ecología. Y el Perú informal es una horrible y desordenada modernidad. 





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