EL SEBICHE, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD
Francisco Carranza Romero
imagen de xibaja
Hace
miles de años los antiguos pobladores de la costa peruana comían la carne cruda
de pescado hecha en tiras y macerada con sal y picante. A este plato lo
llamaban sipichi en quechua. El sebiche (versión castellana)
es tan antiguo como los pobladores costeños de Caral, Sechín, Moche y Nasca.
Los
peruanos contemporáneos que conocen quechua y español, aun antes de probar la
carne de pescado cocida con el jugo de limón (cítrico que llegó con los
españoles en el siglo XVI), saben que para hacer el sebiche hay que hacer
jirones o tiras. El verbo quechua es sipichiy o sus
variantes sipchiy, shipchiy (elisión de un sonido interno y
palatalización del fonema sibilante alveolar). (Francisco Carranza Romero: “Diccionario quechua
ancashino – castellano”, 2003. “Diccionario español – quechua ancashino”
Iberoamericana-Vervuert, Madrid, 20231). Y, al comer el
sebiche comprueban que la carne de pescado y los mariscos están deshuesados,
desmenuzados y en jirones.
Los
que tienen formación en Lingüística explican que la palabra sebiche es
la hispanización del sustantivo quechua sipichi. En español, la
vocal cerrada en distribución final absoluta de una palabra se abre a su
respectiva media: i > e.
Ortografía
arbitraria: sebiche, seviche, cebiche, ceviche.
En
la transcripción del nombre de esta deliciosa comida hay inseguridad
ortográfica: sebiche, seviche, cebiche, ceviche. Un problema ortográfico que no
afecta al sabor.
“El Diccionario Panhispánico
de Dudas”, libro elaborado y editado por la Real Academia Española y por la
Asociación de Academias de la Lengua Española, dice al respecto: “cebiche.
Plato hecho con pescado o marisco crudo en adobo, típico de varios países americanos.
[…] Se escribe también ceviche. […] Existen y son válidas, las variantes
seviche y sebiche (la menos usada), que trasladan a la escritura
la pronunciación con seseo propia del español de América y de buena parte
de España” ( Real Academia Española, Asociación
de Academias de la Lengua Española: “Diccionario panhispánico de dudas”,
Santillana, Bogotá, 2005, p. 127).
Por
mi condición de bilingüe quechua y español prefiero escribir sebiche (letra
ese en vez de la letra ce, la b en vez de uve), como se aprecia en el título de
este artículo. Además, hay más argumentos:
1.
Los hablantes del castellano del Perú y de otros países de América no hablamos
diferenciando la ese de la zeta y la ce (ante las vocales e, i) como
diferencian los madrileños y los barceloneses. Los hispanoamericanos somos
seseantes como los de Andalucía y buena parte de España que se volcaron hacia
América durante las primeras décadas de la conquista y la colonia. Por eso, no
hay ninguna razón ortográfica para escribir la letra ce en la primera sílaba de
la palabra quechua sipichi. Por algo las academias ya no consideran
erróneas: mesclar, sonsera, sonso, etc. ¡Qué sonsos los que no buscan la
simplificación de los problemas!
2.
La preferencia por la consonante b. En el cuadro fonológico del castellano hay
solamente un fonema /b/ que es oclusivo, labial, sonoro. La letra uve, aunque
se escriba diferente de la be, suena igual. El fonetista español Antonio Quilis
Morales, al describir el fonema /b/, dice: “Ortográficamente responde
indistintamente a los grafemas b o v” (Antonio Quilis,
Joseph Fernández: “Curso de fonética y fonología españolas”, CSIC, Madrid,
1975, p. 77). Por esta razón, yerran los que pronuncian ortográficamente
la uve como labiodental. La be y la uve (algunos la llaman “ve chica” o “ve de
vaca”) se pronuncian igual en todo el mundo hispano. Y en la historia de la
ortografía castellana se observa la confusión de uve y la vocal u.
Recuerdo
que un profesor universitario explicaba sin criterios lingüísticos dos maneras
de escribir el nombre de este plato: “Con ese se usa la ve chica: seviche. Con
ce se usa la be grande: cebiche”. Sus criterios habrían estado basados en la
imagen visual de la palabra escrita; pero no en la pronunciación.
La
consonante pe (de la palabra sipichi), en posición intervocálica,
se ha convertido en be por la sonorización intervocálica, fenómeno común en
muchas lenguas del mundo. Así le pasó al latino lupum (caso acusativo
de lupus) que pasó al castellano como lobo.
3.
El hecho de que la vocal quechua i en la primera y tercera sílabas de sipichi se
haya abierto hasta convertirse en e, no es ninguna novedad. Así ha ocurrido con
otras palabras quechuas al castellanizarse donde hay la apertura
vocálica: suruchi > soroche (el mal de la altura). El
romance castellano tiende hacia la apertura vocálica, especialmente en la
sílaba final. Como ejemplo, otra vez, recurrimos al latín: pigritia >
pereza.
Si
descartamos las inexplicables y arbitrarias ortografías de “cebiche, ceviche y
seviche” sólo nos queda la forma sebiche que es más fonética,
fácil y explicable. Además, esta preocupación de relacionar la lengua hablada
con la lengua escrita en el idioma castellano no es de ahora. Bastan las citas
de dos autoridades de los siglos XV y XVI.
Nebrija:
“Que así tenemos de descreuir como hablamos y hablar como escriuimos” (Antonio de Nebrija: “Reglas de orthographía en la
lengua castellana”, edición de Antonio Quilis, Instituto caro y Cuervo, Bogotá,
1977, p. 121).
Valdés: “[…] quiero guardar mi
regla de scrivir como pronuncio” (Juan de Valdés:
“Diálogo de la lengua”, edición de Antonio Quilis, Plaza Janes, Barcelona,
1984, p. 126).
Si
el uso puede generar una norma, propongo que escribamos sebiche, ortografía
más fonética. Basta de estar complicando la escritura del nombre de un plato
convertido en patrimonio cultural de la humanidad. Con la ortografía ya
simplificada podremos decir y escribir con mayor seguridad la palabra sebiche,
y comprender su origen quechua y sus variaciones al castellanizarse.
Pero,
no nos debe sorprender que algún ignorante de la lengua quechua busque la
etimología de la palabra sebiche en el árabe o en alguna lengua africana, tal
como han hecho con las palabras caribeñas tabaco y banana. Los fitónimos y
etnónimos americanos deben explicarse, primero, por las lenguas nativas de
América.
Y
los peruanos, aunque confundidos con varias maneras de escribir, nos alegramos
del aporte culinario peruano a otros países; pues los mexicanos y los
centroamericanos preparan y comen también el rico sebiche saborizándolo con
tomate.
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