LA
NATURALEZA Y EL HOMBRE ANDINO
El hombre andino se ha adaptado a su
realidad durante miles de años viendo y escuchando a la naturaleza. Y norma su
vida con tres principios prohibitivos que enaltecen tres virtudes:
1ra prohibición: Ama qila
(kaytsu) (No seas ocioso). Virtud: Laboriosidad.
2da prohibición: Ama suwa (kaytsu) (No seas ladrón). Virtud:
Honradez.
3ra prohibición: Ama llulla
(kaytsu) (No seas mentiroso). Virtud: Veracidad.
Explicando este orden: Quien no labora, para resolver sus necesidades primarias (comida, vestido y vivienda), roba; y, cuando es descubierto y capturado, miente.
Sin embargo, la vida andina no es
sólo la dura faena diaria con prohibiciones, también tiene momentos emotivos.
Por ejemplo, el mes de diciembre en algunos pueblos andinos del Perú es de fiestas,
ritos y reflexiones. Mi referencia es Quitaracsa (comunidad campesina a 3200
msnm, Áncash, Perú). Este topónimo es quechua: qitaa: lodo, ciénaga; raqra:
quebrada estrecha. El río Quitaracsa, llamado por los nativos Jatunmayo (hatun:
grande, principal; mayu: río) recibe agua de sus afluentes Yanamayo (yana
mayu: río negro), Lampayaco (lampay yaku: agua que lampea) y Jancayaco
(hanka yaku: riachuelo de nieve).
La fiesta de la divinidad (qapaq
raymi). Es el
solsticio de verano en el hemisferio sur o hemisferio austral. Del 21 al 25 de
diciembre, los días solares más largos del año, se celebra el retorno cíclico
del triunfo de la claridad sobre la oscuridad, de la luz sobre la tiniebla. Los
pastores solteros se ponen de acuerdo sobre el día y el destino para arrear sus
ganados de madrugada hasta las partes cercanas de los nevados para que laman la
caquita del hijo del cielo y la tierra, que nace cada año. Los montoncitos de
sustancias gelatinosas sobre el pastizal fertilizan al ganado. Corihuacac
(Que llora oro. Quri: oro; waqaq: que llora. Sobre 4000 msnm), en
la parte baja del nevado Apurraju (apu rahu: nevado protector), es uno
de los lugares favoritos. Allí hay una meseta con restos de construcción
prehispánica: largas piedras labradas, algunas de pie, otras ya tumbadas. Los
primeros rayos solares sobre las crestas del nevado emocionan. La base rocosa brilla
por el líquido que baja por su semblante cual lágrima y sudor. Cuando el sol llega
plenamente al escenario los pastores se quitan el sombrero, hacen venia y saludan
oral o mentalmente: ¡Inti Yaya! (¡Padre Sol!). Cuidando el ganado visualmente
conversan y comparten sus variados y deliciosos fiambres. Los perros, después
de ladrarse y enseñarse los dientes, también se juntan para conocerse y
compartir el fiambre.
Después del desayuno, los flautistas
y tamboristas se preparan para tocar. Así comienza la danza grupal. Los varones
emponchados abren sus brazos convirtiendo sus ponchos como alas; las mujeres cubiertas
de rebozos abren sus brazos como alas. Imitan el vuelo del cóndor. También imitan
al picaflor que se acerca a la flor coqueta, a la lluvia que comienza suave para
terminar torrencial, al venado que camina con garbo y salta con agilidad. Durante
el baile se van formando parejas. Terminadas las horas de música y danza comienza
el juego de pintarse la cara y tumbarse. Así nacen y se estrechan las relaciones
personales. El sol, el viento, la tierra y el agua comparten la alegría de sus
hijos.
Esta celebración, por la influencia
del cristianismo, se relaciona con la Navidad, día de la humanización de la
divinidad.
Después del mediodía comienza el
retorno al pueblo separando las manadas que son arreadas a la parte baja
Jancapampa (Pampa de nieve. hanka: nieve; pampa: llanura) donde
hay una roca grande erguida de más de tres metros de altura. Ella sabe cuándo
hubo nieve en estos lugares que ahora son terrenos de cultivo. La cima plana de
la roca labrada, a la que se sube con escalera, sirve para secar muchos
productos para su mejor conservación: charqui (cecina), kukupa (papa sancochada
y descascarada), qawi (oca partida), chuño o tocosh (bola de almidón de
papa fermentada en agua corriente).
Hilillos de agua corren hacia abajo.
Es el nacimiento de los riachuelos y ríos que durante miles de años han hecho
grietas, quebradas y valles. El flujo de agua llena las cavidades, ablanda las
rocas, derriba los muros, forma masas fangosas, corre como riachuelo (yaku)
que, juntándose con otros riachuelos forman el río (mayu) que,
encontrándose con otros ríos, corre caudaloso hasta el mar. Y después, el
aliento de esa inmensa masa de agua se levanta para volver a los Andes en forma
de nube. Es el cumplimiento de la dinámica natural: Patsaqa tikranmi (El
mundo da vueltas sobre su propio eje). Patsaqa tumanmi (El mundo da
vueltas alrededor de un núcleo). Patsaqa kutinmi. (El mundo vuelve. El
tiempo vuelve). (En el blog: Francisco Carranza, universo quechua, El mundo dinámico
de los quechuas).
Y los ríos subterráneos que se
alimentan de la lluvia y de la filtración externa siguen fluyendo o filtrándose
hacia el exterior.
Sin embargo, este día no es sólo la
celebración del encuentro, reencuentro, fiesta y juego, es también el momento de
ver, aprender, comprender y reflexionar sobre el nacimiento del agua y compararlo
con la vida de los seres humanos. Y, algunos jóvenes más inquietos sienten que
en sus interiores también hay fuentes milenarias. Comprenden que no son seres sólo
del presente porque tienen un pasado que muchas veces se filtra en sus vidas, y
un futuro por hacerlo. Patsa mamam kawayta yachatsikun: La madre naturaleza
enseña la vida. Pero, esta docencia es para quien sabe escucharla.
De algunos humedales se levantan
vahos claros que suben al cielo. Siguiendo los consejos de los mayores conviene
retirarse del lugar que está arrojando su aliento que puede afectar la salud.
Pueden ser gases tóxicos que salen del vientre de la tierra. Quien sabe por experiencia y reflexión,
aconseja: ¡Mana alli patsa shukushunkimantaq! (¡Cuidado que el mal sitio te contagie
sus males!) O la breve expresión: ¡Patsataq! (¡Cuidado con el mal sitio!).
Pero, lamentablemente, este proceso
espectacular del nacimiento del río puede irse acabando poco a poco por el
deshielo imparable, efecto de los cambios climáticos naturales o causados por los
negociantes ávidos de usar a la naturaleza sólo para su provecho económico.
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