domingo, 27 de noviembre de 2016

IMPUESTO DE 18% PARA EL PERUANO; PARA EL EXTRANJERO, NO

IMPUESTO DE 18% PARA EL PERUANO;

PARA EL EXTRANJERO, NO

Francisco Carranza Romero





¿Dónde el peruano puede ser protegido y bien tratado?

El peruano que se aloja en los hoteles peruanos que exhiben estrellas como muestras de buena calidad en infraestructura y servicios debe pagar el impuesto de 18%. ¿Por qué? Es el precio de la peruanidad. El extranjero está exonerado del pago del impuesto de 18%. Qué buena suerte ser extranjero en Perú. Extranjeros: ¡Bienvenidos al Perú! Foreigners: ¡Welcome to Peru!

Yo también he tenido experiencias nada gratas por alojarme en hoteles en varias ciudades peruanas. En la ciudad de Cusco recurrí a mi conocimiento de la lengua quechua para demostrar mi peruanidad; tampoco sirvió. Los negocios no toman en cuenta los valores culturales. Business is business.

Si el peruano reclama a los empleados del hotel, recibe la respuesta inmediata y casi mecánica: “Nosotros sólo cumplimos la ley. Reclame a SUNAT”. (SUNAT, sigla de la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria). El peruano es, muchas veces, el Caín de otro peruano. Hasta las leyes son cainescas con los peruanos. El extranjero puede quejarse a su embajada; pero el peruano, ¿ante quién se queja?

La peruanidad no está bien entendida ni asumida en la vida.

La peruanidad se limita más a los actos y gestos teatrales: Los desfiles marciales en que los uniformados golpean fuerte el piso con las suelas de los zapatos. El saludo a la bandera con el cuerpo erguido y la mirada dirigida a la bicolor. Una escarapela blanquirroja para que adorne el pecho. La entonación del Himno Nacional a toda voz finalizando con el grito corajudo: ¡Viva el Perú, carajo! Mientras tanto, las riquezas naturales del país están en subasta para que las empresas las exploten. Pero en esas áreas viven seres humanos que no son bien informados ni consultados oportunamente. Y, cuando surgen los problemas, los policías son enviados -si ya no están destacados allí- para defender a las empresas.

En conclusión: Los peruanos comunes, con sus diferentes expresiones culturales, están desprotegidos.


Ciudadanos nacionales protegidos.

Una experiencia opuesta viví en otro país que, por proteger al ciudadano nacional, hace la diferenciación con el extranjero.

Cuando un dramaturgo mexicano estuvo de visita en Seúl, lo acompañé a la Villa Folclórica, al sur de la ciudad. Al llegar al lugar vi en el muro cerca de la boletería un aviso en coreano: “Los mayores de 60 años pagan la mitad”. Cuando le comenté esto al amigo mexicano, él sacó inmediatamente su pasaporte para demostrar su edad y así poder beneficiarse. Pero en la boletería la empleada le cobró sin descuento.
-Señorita, el señor tiene más de 60 años, mire bien su pasaporte -le reclamé.

-El descuento es sólo para los coreanos -respuesta fría y sin disculpas de la sorprendida empleada.

El cuate, en vez de enojarse, sacó su libreta de notas para escribir la experiencia. El aviso no informaba del beneficio exclusivo para los coreanos. Nuestra conclusión fue: La información escrita en coreano no era para el extranjero quien, supuestamente, no tiene acceso al hangul (escritura coreana) ni a la lengua coreana.


Segundo Centenario de la Declaración de la Independencia del Perú.

El Segundo Centenario de la Declaración de la Independencia del Perú se celebrará en 2021. Habrá floridos discursos, espectáculos y fiestas en todas las ciudades importantes. Pero, si no se deroga esta ley que obliga a los peruanos pagar el 18% en los hoteles con varias estrellitas, siendo la vivienda u hospedaje un derecho básico, el peruano seguirá pagando el impuesto por haber nacido en territorio peruano y por no haberse cambiado la nacionalidad. El peruano, así maltratado, está destinado a dormir en hoteluchos, chozas, cuevas y hasta en la intemperie. Y pocos peruanos recordamos la rebelión indígena de 1885 en Áncash (al norte de Lima) por el alza del tributo por ser indígenas.

La historia oficial del Perú no menciona este suceso vergonzoso: El gobierno del general Miguel Iglesias Pino (Presidente Regenerador del Perú) estaba con las arcas vacías después de la humillante derrota en la Guerra del Pacífico (1879-1883). El 23 de enero de 1883 promulgó la ley que obligaba la “Contribución Personal” (Impuesto Personal) por semestre de un sol de plata (equivalía a 2 soles de billete) a todos los indígenas de 21 a 60 años de edad. En Huarás, capital de Áncash, el prefecto Francisco Javier Noriega en 1885 duplicó la carga tributaria semestral: dos soles de plata. Además, aumentó la gratuita labor comunal llamada “república” para la construcción de camino, canal, templo, cárcel, cementerio… 

Los alcaldes indígenas presentaron un escrito pidiendo la rebaja; pero la respuesta fue cárcel y maltrato a los dirigentes. Pedro Pablo Atusparia Ángeles y Pedro Celestino Cochachín De la Cruz (más conocido como Uchcu Pedro) se alzaron en rebelión el 1° de marzo de 1885 que duró hasta el 29 de septiembre de 1885. El ejército peruano, enviado desde Lima, derrotó a los campesinos mal armados e hizo carnicería. ¡Qué tal independencia! ¡Qué tal república!


En Cusco se habla castellano y quechua.

Fuera del mal momento al registrarme como peruano en el hotel Palacio del Inca, donde sólo los extranjeros están exonerados del impuesto de 18%, comprobé la grata realidad: Más del 80% de los cusqueños, con quienes me encontré en la calle, aún habla el quechua, nuestra lengua nativa. Usé el quechua en muchos lugares donde estuve: hotel, mercado, oficina de Migraciones (donde los funcionarios me mostraron el rostro humano al darme el duplicado del reingreso al Perú por tierra), teatro municipal, restaurantes, mercados, museos… Y nuestro guía en Machupicchu sabía quechua, castellano e inglés.

No olvidemos que después de la derrota de la insurrección de Tupac Amaru II (1780) se prohibió no sólo el uso del quechua sino la práctica de los ritos no cristianos, la lectura de “Los Comentarios Reales”, la representación del drama quechua “Ollantay”.

La vigencia del quechua es parte de la atracción cultural de Cusco. Ojalá que se siga estudiando y fomentando el uso de esta lengua en las escuelas, en los hogares y en los medios de comunicación. La cultura nativa es nuestro orgullo e identidad; por algo las fuerzas foráneas, cuando dominan, tratan de matarla.

Ya estamos en el Siglo XXI, revaloremos al peruano y a sus manifestaciones culturales protegiéndolos.


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