FRANCISCO CARRANZA ROMERO
LIBRO
Léxico antiguo en uso actual: Aojar: ojear, enfermar a otro por mirarlo con mucho afecto. “También decís que hay aojados; esto quiero que os quitéis de la fantasía, porque no hay ojo malo”(XLII). El autor predica a Lozana.
Ciervo: cornudo. Lozana refiriéndose a Rampín que es su amante, mozo y rufián: “nunca demanda celos, y es como un ciervo ligero” (XLI). Ciervo ligero es ciervo manso aunque tenga más cuernos. Lozana habla de las aventuras extramaritales de las romanas: “De modo que quedarán los naturales ligeros como ciervos asentados a la sombra del alcornoque” (XLIV). “Yo te daró olio de ducenti ani, que me donó a mí micer incornato mío, trovato sota terra” (LIX). Traducción al castellano: Yo te daré aceite de doscientos años, que a mí me dio mi señor cornudo, hallado bajo tierra. Clarina ofrece a Lozana óleo añoso, regalo de su difunto esposo. “¡Qué color tienen los cuernos de los hombres” (LXII).
Colirio: medicamento líquido para los ojos. “Y diré que se lo ponga con el colirio, que es apropiado para los ojos” (LIX). Lozana a Clarina.
Compañón: sexo masculino. “Y vosotros, ladrones, cortados tengáis los compañones” (LVIII). Lozana maldice.
Coño: Lozana pone sus condiciones a sus clientes. Al portugués: “Pagá si queréis, que no hay coño de balde” (XXVII). También al escudero que habla mal de las putas: “No digan mal, si quieren coño de balde” (XXXIV).
Matrera: experimentada. Lozana desafía a Divicia: “¿Y a mí te venías, que so matrera?” (LIV). Pendejo: pelo de pubis. “Y vézanos a mí y a esta prima cómo nos rapemos los pendejos, que nuestros maridos lo quien así” (XLVIII). Leonor pide el servicio a Lozana.
Semuleta: sémola. “Éste es semuleta” (LVIII). Monetesina a Lozana.
Trama. Lozana: “Señora, no’s maravilléis, que cada tela quiere trama. El otro día no quisistes oír lo que yo os decía, que de allí sacáredes trama” (XXXIX).
Verraco: malgeniado, lascivo. Lozana, refiriéndose a Rampín: “[…] tiene la mano pesada […] cuando se enciende como verraco” (XL).
Candonque: cuando sea, en cualquier momento. Del latín: quandoque. “¡Calla, puta de candonque, que no vales nada para venderme, ni para ser rufiana!” (LIV). Lozana a Divicia.
Más mejor. Camilo: “Más mejor es si su bondad aprovecha a munchos” (XXXVIII).
Hi de puta: Hijo de puta. “¡Oh, hi de puta!” (LIV). Lozana a Divicia. En la expresión “hijo de puta”, en habla rápida y coloquial, ‘hijo’ se apocopa en ‘hi’.
OTROS DATOS
Dineros antiguos: cuatrín, carlín, julio, ducado.
Centeno: aprovechador. Así se dice de Diego Centeno, Hernán Centeno. Mamotreto LI. “Díjo se Centeno en nuestra lengua castellana, porque de un grano que se siembra suelen coger ciento en su espiga”. Covarrubias.
Pedro de Urdemalas: engañador, embaucador. “Pedro de Urdemalas no supiera mejor enredar como ha hecho este bellacazo, desflorador de coños” (LI). Lozana habla de Trujillo. Es el mismo personaje proverbial Pedro de Urdimalas (que urde cosas malas).
Mogollón: vagabundo, sin oficio ni beneficio, que no trabaja bien, holgazán, vividor. “Yo, señora Lozana, soy gallego, y criado en Mogollón, y quiero que me sirvan a mí, y no servir a quien cuando esté enfermo me envíe al hospital, que yo me sé ir sin que me envíen” (LIII). Sagüeso.
Mundo al revés:“Mas como va el mundo al revés” (LVIII). Lozana.
“Juan d’Espera en Dios” (LXII): nombre del judío errante. Lozana.
Ginebra: esposa del rey Arturo y amante de Lanzarote. “¿Pensáis que soy yo vuestra Ginebra, que se afeita ella misma por no dar un julio a quien la haría parecer moza?” (LXIV). Lozana se compara con la legendaria reina que mantuvo su lozanía hasta los ochenta años.
LIBRO
1. "Retrato de la Lozana Andaluza", aunque escrito
desde años antes, su versión base fue transcrita en
1524, desde el 30 de junio hasta el primero de diciembre:
“Compuesto el año mil y quinientos y veinte e cuatro,
a treinta días del mes de junio, en Roma, alma
cibdad” (Resumen de Parte Prima). “Fenezca la historia
compuesta en retrato, el más natural que el autor pudo,
y acabóse hoy primo de diciembre, año de mil quinientos
e veinte e cuatro a laude y honra de Dios trino y uno”
(LXVI).
En los siguientes años fue retocado. Rampín y
Lozana comentan refiriéndose al año del saqueo de
Roma, 1527:
Rampín: “El año de veinte y siete me lo dirán.
Lozana: Por ellos padeceremos todos” (XII).
Se publicó en Venecia en 1528 como una obra anónima.
Aunque el castellano es el que predomina, pero
hay la presencia del italiano y catalán (X).
La obra consta de 66 mamotretos o capítulos, y está
dividido en tres partes:
Primera Parte: desde el mamotreto I hasta el mamotreto XXIII,
Segunda Parte: del
XXIV al XL.
Tercera Parte: del XLI al LXVI.
El autor prefirió
la palabra “mamotreto” en vez de capítulo porque
cada capítulo contiene informaciones sobre la vida de
los personajes, hechos históricos, métodos de curación
de variedad de enfermedades, el arte culinario, arte de
belleza, etc. Los mamotretos, en este trabajo, están
mencionados solamente con números romanos entre
paréntesis.
El escenario principal de los negocios de Lozana es
Roma, la ciudad del Amor, capicúa del topónimo anterior.
Rampín sintetiza con pocas palabras a la ciudad:
“Es la mayor parte de Roma burdel, y le dicen: Roma
putana” (XII). “Roma, triunfo de grandes señores, paraíso de putanas, purgatorio de jóvenes, infierno de todos,
fatiga de bestias, engaño de pobres, perciguería de bellacos”
(XV. “Perciguería” es un italianismo pizzichería:
tienda, abacería). Y, Lozana, cuando cargada de años y
con la enfermedad avanzada, decide abandonar la capital
de santidad y del sexo, dice: “Y ésta es mi última
voluntad, porque sé que tres suertes de personas acaban
mal, como son: soldados y putanas y osurarios, si no
ellos, sus descendientes; y por eso es bueno fui romano
por Roma que voltadas las letras, dice amor” (LXVI).
La obra tiene mucha influencia de “La Celestina” de
Fernando de Rojas. El personaje Caballero compara al
mundo de Lozana con la de Celestina: “Monseñor, ésta
es la Cárcel de Amor; aquí idolatró Calisto, aquí no
se estima Melibea, aquí poco vale Celestina” (XXXVI).
Lozana pide a Silvano que le lea sus libros preferidos:
“Mi señor, no sea mañana ni el sábado, que terné priesa,
pero sea el domingo a cena, y todo el lunes, porque quiero
que me leáis, vos que tenéis gracia, las coplas de
fajardo y la comedia Tinalaria y a Celestina, que huelgo
de oír leer estas cosas muncho” (XLVII).
Para este trabajo se utiliza “La Lozana Andaluza” de
Editorial Cátedra, Madrid, 1985. Edición y estudio
de Claude Allaigre. Esta edición presenta la ortografía
adecuada para los lectores de nuestra época. El autor
El clérigo Francisco Delgado, que en Italia cambió su
apellido original a Delicado para latinizarlo o italianizarlo, fue natural de Córdoba, España. En su obra relata
que su madre fue natural de Peña Martos cuya patrona
era Santa Marta. Al explicar sobre la patria materna
expone su juego verbal y conceptual. La peña dedicada
al dios guerrero Marte hace contraste con la virtuosa
Marta, hermana de Lázaro y María Magdalena. El mogollón
Sagüeso ilustra a Lozana: “El nombre de la ciudad
que fue allí edificada por Hércules, sacrificando al dios
Marte, y de allí le quedó el nombre Martos a Marte fortí-
simo” (LIII).
AUTOR
Aparece en tres funciones:
1. Actante.
Ya en el prólogo anuncia: “Solamente diré lo que oí y vi”.
Si algunas historias son de oídas; otras las vivió personalmente.
Como asiduo cliente de Lozana supo, indudablemente,
muchas cosas de visu.
Testigo oculto de la movida primera noche de
Lozana con Rampín (XIV).
“Estando escribiendo el pasado capítulo, del dolor
del pie dejé este cuaderno sobre la tabla, y entró Rampín
y dijo: ¿Qué testamento es éste?” (XVII).
Aparece en la casa de Lozana con cualquier pretexto
y dialoga con Silvio, compañero y Lozana (XXIV).
Dialoga con Lozana y Rampín y llega a tratos (XXV).
Pide ayuda para sus necesidades, sermonea a
Lozana, y se declara su paisano cordobés. “Os quiero yo
muncho por ser de hacia mi tierra” (XLII). Hace notar que
en la casa de Lozana está escribiendo sus mamotretos
porque manda a Rampín por más materiales: “Toma,
tráeme un poco de papel y tinta, que quiero notar aquí
una cosa que se me recordó agora”. Ibid.
Dialoga con los clientes de la curandera Lozana
(XLIII).
Su alter ego Silvano aparece en el escenario de la
novela (XLIV).
2. Denunciante. Describe la variedad de clientes de Lozana: marineros,
judíos, gente común y el monseñor que la embaraza.
Trata de moralizar burlándose del modus vivendi porque
sigue el principio: Castigat ridendo mores.
2. Narrador. Relata los hechos que ha oído o visto personalmente.
Su actitud antijudía es constante, a todos los judíos
los califica de monetaristas, resabidos y charlatanes. El
judío Trigo lo confirma: “El buen jodío, de la paja hace
oro” (XVI). Sin embargo, en esa variedad de la judería de
Roma coloca a los españoles en la cumbre de la jerarquía.
Rampín explica a Lozana: “Más saben los nuestros
españoles que todos, porque hay entre ellos letrados y
ricos y son muy resabidos” (XVI). Es comprensible la presencia de muchos judíos
españoles en Roma porque después de 1492 los judíos
no conversos se fueron voluntariamente o fueron
expulsados de España. Y, muchos de estos judíos eran
letrados.
Los médicos, como en el Siglo de Oro, también son
objetos de burla. Cuando el canónigo informa a Lozana
que está mal de su sexo y que prefiere cortárselo, ella,
como curandera de mucha experiencia, le aconseja: “Mi
señor, prometéme de no dallo en manos de médicos, y
dejá hacer a mí, que es miembro que quiere halagos
y caricias, y no crueldad de médico cobdicioso y bien vestido”.
Y el canónigo le responde muy agradecido:
“Señora, desde agora lo pongo en vuestras manos, que
hagáis vos lo que, señora, mandáredes, que él y yo os
obedeceremos” (XXIII). Ella misma ilustra a Rampín: “La
melecina ha de estar en la lengua, y aunque no sepáis
nada, habéis de fingir que sabéis y conocéis” (XXVI).
PERSONAJES
1. ALDONZA, ALAROZA, LOZANA, VELLIDA. La protagonista es cordobesa como Séneca, Avicena y
Marcial, cuyos nombres aparecen en un grabado escritos
en una sola casa. El autor también es cordobés. “La
señora Lozana fue natural compatriota de Séneca, y no
menos en inteligencia y resaber” (I). Y ella misma se jacta
de su viveza: “Ser de Córdoba me salva” (XIV). Y la expresión “resaber cordobés” significa listo y mentiroso. Y
adopta diferentes nombres según las circunstancias:
Aldonza, su primer nombre, hace referencia a su
procedencia porque es parónimo de andaluza. Saliendo
de su pueblo natal anduvo por Granada, Jerez, Carmona,
Sevilla, Cádiz (Cáliz) y Levante de donde inició el viaje de
aventura por el mar.
De la vida de Aldonza en Carmona el autor especifica
algunos hechos muy íntimos: “Aquí conversó con personas
que la amaban por su hermosura y gracia; asimismo,
saltando una pared sin licencia de su madre, se le
derramó la primera sangre que del natural tenía” (I).
Estos datos indican la precocidad de la protagonista en
el arte de amar y de ser amada.
Ella se presenta ante
Diomedes: “Yo me llamo Aldonza, a servicio y mandado
de vuestra merced” (III).
La supuesta tía de Sevilla habla del padre de Lozana:
“me dijeron que se casó por amores con vuestro madre”
(II). En el siglo XVI la expresión “casarse por amores”
significaba relacionarse por deseos carnales. Aldonza
misma describe a su padre: “mi padre nos dejó una casa
en pelito por ser él muy putañero y jugador” (VII) que
siempre “pleiteaba su madre” que era prostituta. Con
estos padres, “noble era Aldonza por la sábana de arriba
como por la de abajo”1.
Desde niña ya era muy mimada
por los caballeros, pues ella misma cuenta: “Y esto puedo
jurar, desde chiquita me comía lo mío, y en ver hombre se
me desperezaba y me quisiera ir con alguno, sino que
no me lo daba la edad” (VII). La expresión “desde chiquita
me comía lo mío” hace una clara referencia de su iniciación
prematura en el arte de amar.
Diomedes, apenas vio a la joven, pidió a la tía: “pues
yo voy a Cáliz, suplico a vuestra merced se venga conmigo”
(III). Y ella cuenta que se fue con él; pero éste, no fue
el primero: “Mi señor Diomedes, el segundo amor que yo
tuve en este mundo” (LIX). Más tarde relatará su viaje
con el amante: “Y pasando él en Levante con mercancía,
que su padre era uno de los primos mercaderes de Italia”
(IV). Por la polisemia de las palabras hay muchas interpretaciones
de este breve texto: Pasar por Levante:
ponerse erecto el sexo. Padre: pene. Mercader: corredor,
alcahuete, proxeneta. Los marineros alababan a la bella
viajera: “era dicho entre todos de su lozanía, ansí en la
cara como en todos sus miembros. Y viendo que esta
lozanía era de su natural, quedóles en fábula que ya no
entendían por su nombre Aldonza, salvo la Lozana” (IV).
Con los marineros habría viajado por muchos lugares
como Berbería, Egipto; pero, antes de su arribo a
Roma se habla de Flandes donde, posiblemente, los
marineros procedentes de América la habrían contagiado
un mal que la va a aquejar durante toda su vida. Y,
Lozana misma se delata cuando habla de otra mujer que
había sido pasto de los grumetes (marineros) durante el
viaje: “estaba allí una beata de Lara, el coño puto y el ojo
ladrón, que creo hizo pasto a cuantos brunetes van por el
mar océano” (VII). Aquí la palabra “puto” significa
hediondo, maloliente.
En Marsella fue engañada, maltratada y abandonada
por gente contratada por el padre de su novio Iris Aldegani
Diomedes. “Finalmente, su fortuna fue tal que vido venir
una nao que venía a Liorna y, siendo en Liorna, vendió su
anillo, y con él fue hasta que entró en Roma” (IV). Ese
anillo se salvó porque ella la había metido en la boca
(VIII).
A los pocos días de su estadía en Roma, el mismo
autor ya le pronostica éxitos que ella no tendrá rivales:
“¡Voto a Dios, que son de manlleva para jabonar! No es
nacida su par” (XXIV). Y ella vive con un principio: “De mi
oficio me quiero vivir” (XXXI).
Alaroza, su segundo nombre, también tiene similitud
fonética con el primer nombre.
Lozana, su tercer nombre que predomina en la obra, se
refiere a su belleza. Los clientes marineros del barco con
que surcó los océanos, conocedores de sus grandes cualidades,
ya le llamaban por este nombre: “quedóles en fábula
que ya no entendían por su nombre Aldonza, salvo la
Lozana” (IV). El cliente Macero también alaba su belleza:
“no en balde os decís la Lozana, que todo está bien” (XIX).
Es que ella demostraba su habilidad en todos los oficios en
que se desempeña: como prostituta, curandera, adivinadora
(Éstas son sus propias palabras: “En una cosa de vidrio,
como es un orinal bien limpio, y la clara de huevo, les haré
ver maravillas para sacar dinero de bolsa ajena diciendo los
hurtos” XVI.), consejera, cocinera, tejedora, costurera,
experta en maquillajes… “([…] y en ver un hombre sabía
cuánto valía, y qué tenía, y qué la podía dar, y qué le podía
ella sacar” V).
La prostituta Teresa, apenas conociéndola,
la alaba: “Antes de ocho días sabrá toda Roma, que ésta
en son la veo yo que con los cristianos será cristiana, y con
los jodíos, jodía, y con los turcos, turca, y con los hidalgos,
hidalga, y con los ginoveses, ginovesa, y con los franceses,
francesa, que para todos tiene salida” (IX).
Lozana, apenas llegada a Roma recibe clases aceleradas
de su cliente Valijero sobre las clases de mujeres en la
ciudad de Roma.
Valijero: “Señora, en esta tierra no se habla de amancebadas
ni de abarraganadas; aquí son cortesanas ricas
y pobres.
Lozana: ¿Qué quiere decir cortesanas ricas y pobres?
¿Putas del partido o mundarias?
Valijero: Todas son putas; esa diferencia no’s cabré
decir, salvo que hay putas de natura, y usadas, de puerta
herrada, y putas de celosía, y putas d’empanada” (XX).
Según la nota del editor, la palabra “empanada” es italiana
“impanata” (lienzo que se usa para la ventana).
Luego, el mismo judío Valijero le ilustra su conocimiento
del mundo de las putas: “Mirá, hay putas graciosas
más que hermosas, y putas que son putas antes que
muchachas. Hay putas apasionadas, putas entregadas,
afeitadas, putas esclarecidas, putas reputadas, reprobadas.
[...] Hay… putas de Rapalo rapaínas. Hay putas de
botón de griñimón noturnas, diurnas, putas de cintura y
marca mayor. Hay putas orilladas, bigarradas, putas
combatidas, vencidas y no acabadas, putas devotas y
reprochadas de Oriente a Poniente y Setentrión; putas
convertidas, repentidas, putas viejas, lavanderas porfiadas,
que siempre han quince años como Elena, putas
meridianas, […] putas calladas, putas antes de su madre
y después de su tía, putas de subientes e descendientes,
putas con virgo, putas sin virgo, putas el día domingo,
putas que guardan el sábado hasta que han jabonado,
putas feriales, putas a la candela, putas reformadas,
putas jaqueadas, travestidas, […] putas avispadas,
putas terceronas, aseadas, apuradas, gloriosas, putas
buenas y putas malas, y malas putas. Putas interesales
(interesadas), putas secretas y públicas, putas jubiladas,
putas casadas, reputadas, putas beatas, beatas putas,
putas mozas, putas viejas, y viejas putas […] putas
alcagüetas y alcahuetas putas, putas modernas, machuchas,
inmortales, y otras que se retraen a buen vivir en
burdeles secretos” (XX). La referida Elena es la causante de la guerra entre griegos y troyanos.
Delicado recurre a juegos lingüísticos con efectos
polisémicos. Con el prefijo re- enfatiza la cualidad: putas
reputadas (que significa: muy putas, pero también muy
famosas). Antepone o pospone el adjetivo al nombre
para diferenciarlas bien: putas malas / malas putas; putas beatas / beatas putas; putas viejas / viejas putas; putas
alcahuetas / alcahuetas putas. Por el significado de los
adjetivos: putas diurnas / putas nocturnas; putas secretas
/ putas públicas; putas con virgo / putas sin virgo;
putas mozas / putas viejas.
Con lecciones de esclarecidos maestros del oficio
Lozana llegó a ser la única e incomparable, la sin par.
Por curar a muchos era muy solicitada. Sanó del mal
de sexo al canónigo hasta que éste la preñó. Un compañero así le informó al autor. “Ésta es la Lozana, que
está preñada de aquel canónigo que ella sanó de lo
suyo” (XXIV).
En Roma se hizo tan famosa que no tuvo rival. El
Caballero comenta sobre Lozana al Embajador: “La tierra
lo lleva, está in agilibus, no hay su par” (XXXVI).
“¡Mírela vuestra señoría a la ventana; no hay tal Lozana
en el mundo!” Ibid.
Y ella misma lo atestigua: “Yo soy
querida y amada de cuantas cortesanas favoridas hay, yo
soy conocida ansí en Roma como en el vulgo y fuera de
Roma” (XLI). Y se siente segura de sus conocimientos:
“Quien veza a los papagayos a hablar, me vezará a mí a
ganar” (XLII). Y se jacta al replicar a su colega Divicia:
“¡Ándate ahí, puta de Tesalia, con tus palabras y hechizos!,
que más sé yo que no tú ni cuantas nacieron, porque
he visto moras, judías, zíngaras, griegas y cecilianas”
(LIV). “Soy conocida en todo Levante y Poniente” (LV).
En el diálogo de Lozana con el capitán, ella, por su
propia experiencia, refiere cuántos años se puede ejercer
el oficio de puta:
Capitán: “Señora Lozana, ¿cuántos años puede ser
puta una mujer puta?
Lozana: Dende doce años hasta cuarenta.
Capitán: ¿Veinte y ocho años?
Lozana: Señor, sí; hartarse hasta reventar” (XXXIX).
Ante la evidencia de su decadencia, Lozana se dedica
a otros oficios propios de su edad: rufiana, consejera,
maquilladora, curandera. El autor le dice: “Felice Lozana,
que no habría putas si no hubiese rufianas” (XLII).
Como curandera sabía dar solución a todos los
males, como remediar la sobaquina. Leonor le pide
remedio para el problema de su esposo: “Tú has de poner
aquí toda tu ciencia, y más que no puedo comportar a mi
marido los sobacos, dame cualquier menjurje que le
ponga” (XLVIII). Para preparar las medicinas recurría a
todo cuanto podía: retama, jara, ruda, culantro, malva,
rábano, solimán, unto de culebra, pares (placenta),
huevo, almizcle, óleos, vinagre, alumbre, etc. Tenía su
principio terapéutico: “Si pega, pega” (LIX). Sin embargo,
a pesar de sus grandes conocimientos, no se siente
capaz de curarlo todo como el mal de Francia.
Su sabiduría es alabada: “(Vos) sabéis lo que está en
las honduras, y Lebrija lo que está en las alturas” (LIII).
Sagüeso compara a Lozana con otro famoso andaluz,
Antonio de Lebrija. Y sus consejos son sabios y hasta
graciosos: “Suelta una ventosidad, y si soltares dos, serán
sanidad, y si tres, asinidad” (LV). Hasta dos pedos es
signo de sanidad, pero tres es descortesía, y el pedorro
es un asno por no saber ni respetar las normas sociales.
Se burla de los juristas letrados: “Ellos fueron letrados
o bueitres de rapiña. Todo su saber no vale nada…
Como dijo Apuleyo: bestias letrados” (LX).
Aun en la adversidad recurre a su supuesto linaje:
“En dinero y en riqueza me pueden llevar, mas no en linaje
ni en sangre” (LII).
Lozana.
Según el editor, hay paronimia de los nombres
Aldonza con Lodzana; Andaluza con Aldaunza y
Laudzana.
Vellida, su cuarto nombre, analogía fonética de
Bellida, hace referencia a su belleza a pesar de su edad y
enfermedad. Lozana, antes de huir de la ciudad del amor
adopta el nombre Vellida. “Que mañana se parte madona
Sabina. Vamos con ella, que no podemos errar, al
ínsula Lípari con nuestros pares, y mudaréme yo el nombre,
y diréme la Vellida” (LXVI).
Cuando comenzó su trabajo en Roma puso, como
sus colegas, un ramo en la ventana, señal suficiente para
atraer clientes. Y después de largos años de “ramera”
(XVIII), decidió retirarse a una de las islas Eolias que se
llama Lípari, isla sin par, muy adecuada para la sin par
Lozana. “Cómo la Lozana se fue a vivir a la ínsula de Lípari,
y allí acabó muy santamente ella y su pretérito criado
Rampín” (Resumen introductorio del mamotreto LXVI).
Ella
enfrenta a su decadencia final: “Tres suertes de personas
acaban mal, como son: soldados y putanas y osurarios, si no
ellos, sus descendientes; y por esto es bueno fuir romano
por Roma que, voltadas las letras, dice amor” (LXVI).
Y
hasta el último momento aspira el paraíso por cualquier
puerta “Yo quiero ir a paraíso, y entraré por la puerta que
abierta hallare, pues tiene tres, y solicitaré que vais vos,
que lo sabré hacer” (LXVI). Lozana a Rampín.
2. RAMPÍN. Otro personaje con nombre polisémico (paronimia: rapiña – Rampín. Sus pies son como
ganchos. Es un patizambo). Es bebedor, jugador, putañero,
mozo, amante y rufián.
Lozana le ofrece todo pero le pone
condiciones: “Y no quiero que fatiguéis, sino que os hagáis
sordo y bobo, y calléis aunque yo os riña y os trate de mozo,
que vos llevaréis lo mejor, y lo que yo ganare sabedlo vos
guardar, y veréis si habremos menester a nadie” (XV).
Cristina, al hablar con Lozana, describe la múltiples funciones
de Rampín: “Señor, su marido, o criado pretérito, o
amigo secreto o esposo futuro” (LVI).
Los personajes principales (Lozana, Rampín, Trigo y
Valijero) son judíos y se tratan de “hermanos”.
Hay muchos personajes que llegan hasta 125 según los
estudiosos.
PROVERBIOS
Los proverbios demuestran la sabiduría popular, y Lozana
es la que más que recurre a ella, y por eso es muy considerada.
Lozana: Sobre el amor y las relaciones: “Amuestra a tu marido el codo mas no del todo” (III).
Equivale: A tu marido, muéstrale el codo, mas no del todo.
“Las cosas de amor avivan el ingenio” (XXXVIII). “El amor sin conversación es bachiller sin repetidor” (XXXVIII).
“Santa Nefija, la que daba su cuerpo por limosna” (XXIII). Canónigo: “Santa Nefija, la que murió de amor suave” (L). Lozana: “Santa Nefija, que daba a todos de cabalgar en limosna” (LI). “Engañó a la Lozana, como que fuera yo Santa Nefija, que daba a todos de cabalgar en limosna” (LI). Lozana se refiere al engaño que ha sucedido con Trujillo.
“Sea marido aunque sea de palo” (XLIX). Lozana de la necesidad de un marido para proteger a la mujer. Es la versión similar de: “Sea maridillo, siquiera de lodillo”.
“Discípulo que no dubda ni pregunta no sabrá jamás nada…; mucho más sabréis interrogando que no adevinando” (LXIII). Imaperia consuela a Lozana que se queja por Rampín.
Lozana filósofa: “En las adversidades se conocen las personas fuertes” (XL). “Quien sirve a muchos no sirve a ninguno” (XL). “¿Quién mejor sabio que quien sabe sacar dinero de bolsa ajena sin fatiga? (XV). Muestra su pensamiento pragmático.
“La esperanza es fruta de necios y majaderos” (XV). “El que siembra alguna virtud coge fama; quien dice la verdá cobra odio” (XVII).
“La libertad no se compra” (XXXVII).
“Convite de catalanes, una vez en vida y otra en muerte” (XLI). Lozana hablando de la avaricia de los catalanes. “Mi. casa y mi hogar cien ducados val” (XLI). Que valen mucho.
“A los audaces la fortuna les ayuda” (XLI). Lozana. “Mejor es tener que no demandar” (XLI). “A todo hay remedio sino a la muerte” (XLII). “La cruz sana con el romero, no el romero con la cruz” (XLII). El autor. “Cuando amanece, para todo el mundo amanece” (XLVIII).
“A río revuelto, ganancia de pescadores” (XLVIII).
“No hay cosa nueva debajo del sol” (XLIX). Lozana repite el proverbio latino: “Nihil novum sub sole”.
“Más sabe quien muncho anda que quien muncho vive” (L). Lozana. “Nunca más perro a molino” (LI). Lozana toma como escarmiento lo que le ha pasado con Trujillo. El perro que fue apaleado por ir al molino, no volvió más. “Perusino en Italia y trujillano en España, a todas naciones engaña” (LI). Lozana maldice. “Lo que con unos se pierde con otros se gana” (LI). Lozana se consuela por clientes que pagan después de ser engañada por Trujillo.
“Yo deseo ver dos cosas en Roma antes que muera: la una es que los amigos fuesen amigos en la prosperidad y en la adversidad; y la otra, que la caridad sea ejercitada, y no oficiada” (LII).
“Al bueno porque te honre, y a ese tal (al malo) porque no me deshonre” (LIII).
“Más seso quiere un loco que no tres cuerdos, porque los locos son los que dicen las verdades” (LV). Lozana a Coridón.
“Teme a Dios y honra tu rey” (LV). Lozana.
“La parte por el todo, y el todo por la parte” (LIX).
“La soledad y la pobreza están mal juntas” (LXI).
“Vuestro saber no vale si no lo mostráis que lo sepa otrie” (LXI).
“Sabé que cuatro cosas no valen nada, si no son participadas o comunicadas a menudo: el placer, y el saber, y el dinero, y el coño” (LXI). Lozana. “Más vale asno que os lleve, que no caballo que os derrueque” (LXII)
“No hay cosa tan vituperosa en el hombre como la miseria” (LXIV).
“Ni fíes ni porfies, ni prometas lo incierto por lo cierto” (LXV). “Omnia per percunia falsa sunt” (LXV: Todas las cosas son falsas por el dinero. El dinero lo corrompe todo). Lozana.
“Itali ululant, hispani plangunt, gali canunt” (LXV: Los italianos aúllan, los hispanos lloran, los galos cantan).
Autor: “Un loco hace ciento” (XV). El autor dialoga con Rampín. quien no quiere ser
contagiado de locura.
Trigo: “Ve do vas, y como vieres, ansí haz, y como sonaren,
así bailarás” (XXII). Equivale al moderno:
A donde fueres, haz lo que vieres.
Camilo: “El pecado callado, medio perdonado” (XXXVIII).
Repetidor: “¡Beata la muerte cuando viene después de bien vivir”. (XL). Hace repasar la lección.
Cursor: “La obra es la que alaba al maestro” (LX). Cursor
a Lozana.
DATOS LINGÜÍSTICOS
Pretérito indefinido en -s.
Una sevillana residente en Roma conversa con Lozana:
Sevillana: “Decíme señora, ¿cuánto ha que vinistes?
Lozana: Señora, ayer de mañana.
Sevillana: y ¿dónde dormistes?” (VI).
Lozana al hablar con un jurista: “Ya sé que trajistes
todo eso, y bebistes hasta que os emborrachastes” (LX).
Voseo.
Imperativos de segunda persona terminados
en –á, -é, -í.
La tía sevillana habla a Lozana:
Tía: “[…] vos llegá, cortés y hacé una reverencia. Decí, sobrina, que este gentilhombre quiere que le tejáis
un tejillo […]. Vení, aquí, hacé un reverencia a este
señor. […] Sobrina, respondé a ese señor, que luego
torno” (III).
Lozana: “Señor, ya podéis pensar: mujer que es estada
cuatro sábados mala, y sin ayuda de nadie, mirá si
tengo de darme priesa. ¿Qué pensáis, que me tengo de
mantener del viento, como camaleón? No tengo quien
se duela de mí, que vosotros sois palabras de presente y
no más” (XXXV).
Lozana hablando con Blasón.
En este caso hay hasta confusión de vos (podéis,
pensáis, con significado de usted) y vosotros (sois) con
el verbo en segunda persona del plural. La última forma
es igual al castellano actual.
Capitán Octavio a Lozana: “Andá, callá y cogé que todos
dicen amén” (XXXVIII).
“Dejá eso. Decíme cómo os va” (XXXIX).
Vos = Tú. Verbo en segunda persona singular y plural.
“Mas vos, ¿qué estudiastes?” (LXI). El médico
a Lozana.
“Mas mirando la ingratitud de aquélla que vos
sabéis” (XXXV). Blasón habla a Lozana.
Lozana: "Y la Sevillana.
Sietecoñicos: La seis veces villana” (XXIV).
Juego de
palabras por la paronimia de “sevillana” y “seis veces
villana”. Pero seis tiene connotación sexual.
Diminutivo y afectivo –ico:
Su uso no es para expresar lo diminutivo y afectivo,
sino también para lo gracioso:
El apodo “Sietecoñicos” es una referencia burlona a
una puta (XXIV). Actualmente es muy usado en Costa Rica por lo que se les dice: ticos; pero también en Colombia.
La granadina cuenta a Lozana las aventuras de su
hija que se está iniciando en el oficio, a quien el monseñor le dijo: “¡Qué coñico tan bonico! (XXIX).
Femenino en –a. Trujillo: “Mi huéspeda escobeteó esta mañana mi ropa”
(L).
Vuestra merced. Trato de respeto, anterior a usted,
pero que se usa actualmente en Antioquia (Colombia).
Blasón: “¡Oh señora Lozana! Sabe bien vuestra merced
que soy palabras de pretérito y futuro servidor vuestro”
(XXXV).
Lozana: “En eso tiene vuestra merced,
razón” (XXXV).
“¡Señor, maravíllome de vuestra merced! (XXXIX).
Lozana al Capitán: “Señores, beso las manos de vuestras mercedes mil
veces” (XL).
Trujillo a Lozana: “Señora Lozana, vuestra merced me perdone” (L).
Ceceo: no es aceptado, es algo patológico. Lozana ridiculiza a Coridón que se disfraza de Jaqueta (suplantadora como Jacob): “Y tanto ceceas; lengua d’estropajo tienes” (LV).
Satisfaría. Peregrina: “Yo’s lo satisfaría muy bien, que no deseo en este
mundo otro” (LXIII).
Léxico antiguo en uso actual: Aojar: ojear, enfermar a otro por mirarlo con mucho afecto. “También decís que hay aojados; esto quiero que os quitéis de la fantasía, porque no hay ojo malo”(XLII). El autor predica a Lozana.
Ciervo: cornudo. Lozana refiriéndose a Rampín que es su amante, mozo y rufián: “nunca demanda celos, y es como un ciervo ligero” (XLI). Ciervo ligero es ciervo manso aunque tenga más cuernos. Lozana habla de las aventuras extramaritales de las romanas: “De modo que quedarán los naturales ligeros como ciervos asentados a la sombra del alcornoque” (XLIV). “Yo te daró olio de ducenti ani, que me donó a mí micer incornato mío, trovato sota terra” (LIX). Traducción al castellano: Yo te daré aceite de doscientos años, que a mí me dio mi señor cornudo, hallado bajo tierra. Clarina ofrece a Lozana óleo añoso, regalo de su difunto esposo. “¡Qué color tienen los cuernos de los hombres” (LXII).
Colirio: medicamento líquido para los ojos. “Y diré que se lo ponga con el colirio, que es apropiado para los ojos” (LIX). Lozana a Clarina.
Compañón: sexo masculino. “Y vosotros, ladrones, cortados tengáis los compañones” (LVIII). Lozana maldice.
Coño: Lozana pone sus condiciones a sus clientes. Al portugués: “Pagá si queréis, que no hay coño de balde” (XXVII). También al escudero que habla mal de las putas: “No digan mal, si quieren coño de balde” (XXXIV).
Matrera: experimentada. Lozana desafía a Divicia: “¿Y a mí te venías, que so matrera?” (LIV). Pendejo: pelo de pubis. “Y vézanos a mí y a esta prima cómo nos rapemos los pendejos, que nuestros maridos lo quien así” (XLVIII). Leonor pide el servicio a Lozana.
Semuleta: sémola. “Éste es semuleta” (LVIII). Monetesina a Lozana.
Trama. Lozana: “Señora, no’s maravilléis, que cada tela quiere trama. El otro día no quisistes oír lo que yo os decía, que de allí sacáredes trama” (XXXIX).
Verraco: malgeniado, lascivo. Lozana, refiriéndose a Rampín: “[…] tiene la mano pesada […] cuando se enciende como verraco” (XL).
Candonque: cuando sea, en cualquier momento. Del latín: quandoque. “¡Calla, puta de candonque, que no vales nada para venderme, ni para ser rufiana!” (LIV). Lozana a Divicia.
Más mejor. Camilo: “Más mejor es si su bondad aprovecha a munchos” (XXXVIII).
Hi de puta: Hijo de puta. “¡Oh, hi de puta!” (LIV). Lozana a Divicia. En la expresión “hijo de puta”, en habla rápida y coloquial, ‘hijo’ se apocopa en ‘hi’.
OTROS DATOS
Dineros antiguos: cuatrín, carlín, julio, ducado.
Centeno: aprovechador. Así se dice de Diego Centeno, Hernán Centeno. Mamotreto LI. “Díjo se Centeno en nuestra lengua castellana, porque de un grano que se siembra suelen coger ciento en su espiga”. Covarrubias.
Pedro de Urdemalas: engañador, embaucador. “Pedro de Urdemalas no supiera mejor enredar como ha hecho este bellacazo, desflorador de coños” (LI). Lozana habla de Trujillo. Es el mismo personaje proverbial Pedro de Urdimalas (que urde cosas malas).
Mogollón: vagabundo, sin oficio ni beneficio, que no trabaja bien, holgazán, vividor. “Yo, señora Lozana, soy gallego, y criado en Mogollón, y quiero que me sirvan a mí, y no servir a quien cuando esté enfermo me envíe al hospital, que yo me sé ir sin que me envíen” (LIII). Sagüeso.
Mundo al revés:“Mas como va el mundo al revés” (LVIII). Lozana.
“Juan d’Espera en Dios” (LXII): nombre del judío errante. Lozana.
Ginebra: esposa del rey Arturo y amante de Lanzarote. “¿Pensáis que soy yo vuestra Ginebra, que se afeita ella misma por no dar un julio a quien la haría parecer moza?” (LXIV). Lozana se compara con la legendaria reina que mantuvo su lozanía hasta los ochenta años.
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