PADRE WENCESLAO CALDERÓN REQUIESCAT IN
PACE
Francisco Carranza
Romero
La vida es una lucha continua por
mantenernos en esta orilla aun sabiendo que nuestro camino final e ineludible es
cruzar el gran río para llegar a la otra ribera. El padre Wenceslao Calderón de
la Cruz vivió consciente de esta lucha diaria superando varias operaciones
hasta que al final perdió las energías y aceptó la existencia en la otra
ladera.
Nació en Salpo (La
Libertad)
Hijo de humildes campesinos salpinos
recorrió el duro y largo camino que lleva del campo a la ciudad, y entró en la competencia tanto en
su ministerio sacerdotal como en la vida docente en la Universidad Nacional de
Trujillo. Con su hermano mayor Andrés Ulises Calderón –también sacerdote- formó
una dupla que incomodó al sector conservador del clero trujillano. Con otros
sacerdotes jóvenes comprendieron que el verdadero apostolado cristiano consiste
en la toma de la conciencia histórica y en la práctica del diálogo para
solucionar los conflictos. Este proceso diario les llevó a comprometerse con
las aspiraciones de los más débiles y necesitados. Ese grupo nunca predicó la
lucha y el odio de las clases como fueron acusados; pero sí propugnó el
acercamiento fraterno de los seres humanos. Esos incomprendidos protagonistas
de la Teología de la Liberación fueron calificados de “curas rebeldes”, “curas
rojos”. Vanas calificaciones de quienes no pudieron aceptar que el cristianismo
es también fomentador de los cambios y no sólo guardián de las "verdades".
Unas breves
anécdotas que pintan su personalidad
“Yo
me compré este carrito de segunda mano porque una noche recibí la llamada desde
un barrio alejado y pobre -por tanto, sin buenos servicios de transporte-
pidiéndome que fuera a confesar a una viejita que estaba en agonía. Como a
medianoche no se puede conseguir un taxi a esos lugares, me excusé y me
comprometí ir al día siguiente temprano. Pero, cuando llegué a la casa, me
miraron con tristeza y resentimiento. Ya había muerto la anciana”. Desde
entonces, corría a uno y otro lugar con su carrito destartalado. Y hasta fue
asaltado por detenerse para dar un aventón a un noctámbulo en las cercanías de
otra barriada. Y en la discusión con su asaltante que se lamentó de su mala
suerte al enterarse de que él era un cura, le aclaró al instante: “No soy un
cura salado. Rezaré por tu salvación”.
A mediodía le visitó un hombre barbudo con
un maletín en la mano. “Padre, del obispado me envían a usted. Soy un desertor
de la guerrilla, necesito dinero para huir de Trujillo. Ayúdeme, por favor”. Le
dio lo que tenía y hasta le regaló una casaca. Nunca más supo de aquel señor. Después
le surgió una duda: ¿Aquel hombre era, realmente, un desertor de la guerrilla?
O, ¿era un policía vestido de civil? Es que en esa época todos los críticos del
régimen eran sospechosos.
Los ladrones tienen buenas antenas. Unos
cacos se enteraron de que el curita había retirado el dinero del banco para los
gastos de la construcción del local parroquial. A mediodía, elegantes
caballeros estacionaron el automóvil frente a la parroquia, tocaron la puerta pidiendo
una cita personal con el párroco. Adentro encañonaron a él y a dos feligreses pidiendo
el dinero recién retirado del banco. Como el curita no se amilanó, lo
amordazaron y lo amarraron para rebuscar todo. Aunque después fueron capturados
y reconocidos nunca devolvieron lo robado, pero sí remitieron una carta al padre
para que los perdonara. “¿Pedir perdón sin devolver lo robado a la comunidad? Soy sacerdote, pero no un tonto”, fue su comentario.
Sobre una pampa
polvorienta edificó un templo
Siendo párroco de la
Urbanización Palermo era solicitado muchas veces por los residentes de Santo
Dominguito y El Bosque.
-Padre Wenche, mi papá está muy grave. Quiere confesión y extremaunción.
-Padre Wenche, venga a bendecir mi ranchito.
-Padre Wenche, ¿nos puede casar? Generalmente son los egresados de la
universidad que fueron sus alumnos o lo conocieron en alguna actividad.
De tanto visitar las
polvorientas calles con viviendas en construcción se decidió celebrar la misa
dominical en una esquina del pampón destinado para el parque. Con sol, viento y
polvo la primera misa fue muy emotiva. Después de la misa los fieles aparecieron
con canchita, limonada y algunas cosas para compartir. “Si ustedes se
comprometen solicitar para que el municipio nos conceda este terreno para
nuestro templo, volveré todos los domingos y pediré al arzobispado para que me
nombre párroco de aquí”. Al instante se formaron las comisiones. El siguiente
domingo ya habían plantado cuatro palos y techado con esteras para que el padre
Wenche estuviera más cómodo. “Bonita casa parroquial, y ya me está gustando”. El
otro domingo fue el trabajo comunal para levantar los primeros muros. Así
comenzó la construcción del sueño.
El padre salpino Carlos Manuel
Calderón, párroco del pueblo de Kassel en Alemania, le contactó con una
institución católica que ayuda a los pueblos de los países en desarrollo. Los
trabajos avanzaron más. Es cuando viajó a Corea del Sur en búsqueda de más ayuda.
“No estoy de acuerdo con la mendicidad; pero mi comunidad me pide que solicite
ayuda para la construcción del local parroquial”. Se hizo muchos esfuerzos sin
respuestas concretas hasta que el cardenal Esteban Kim, dejando por un momento
la reunión de los obispos coreanos, salió a saludarle, a darle la bienvenida y
le entregó un sobre con mil dólares. “Reciba esto para sus gastos personales”. El
anciano sacerdote peruano se sintió muy emocionado por la sencillez y el afecto
del cardenal coreano. “Es que en Perú, un humilde sacerdote no tiene fácil
acceso para ver a los altos miembros de la jerarquía eclesiástica”. La
respuesta de los católicos coreanos fue generosa y con esa ayuda se terminó la
construcción.
La comunidad de los fieles de
la Parroquia Cristo Resucitado siente la ausencia del párroco que hizo el
apostolado mediante el diálogo horizontal y constante. La misma comunidad
aprendió a administrar la parroquia. Pero, gracias a Dios, para la alegría de
los fieles y de los amigos, se permitió que sus cenizas dentro de una
urna se quedaran dentro de esa infraestructura moderna que construyó durante
muchos años, como resultado de muchas gestiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario