MADRE TIERRA, MADRE AGUA
Shuyturraju (shuytu rahu: nevado piramidal), más conocido con nombre inapropiado Alpamayo (allpa mayu: río terroso), provincia de Huaylas, Áncash, Perú.
Francisco Carranza Romero
Francisco Carranza Romero
Muchos seres humanos, desde los tiempos remotos, consideran a la naturaleza como su origen y parte esencial de sus vidas. Por eso, desde la niñez aprenden a conocerla y a amarla. Los taoístas del Extremo Oriente de Asia, desde el siglo VI antes de Jesús, predican que el ser humano debe vivir en armonía con la naturaleza. Lao Tse tuvo y tiene seguidores. Los indígenas de América también fomentaron y fomentan que hay que vivir en armonía con la naturaleza.
Los hablantes de la lengua quechua dicen, desde hace muchos milenios, Patsa Mama (Quechua I: Áncash, Lima, Huánuco, Pasco, Junín) o Pacha Mama (Quechua II: otras áreas de Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador y Colombia) a la Madre Naturaleza sólida. Lo interesante es que el sustantivo patsa o pacha se refiere tanto al espacio como al tiempo. Y estos mismos quechuas dicen Yaku Mama (Madre Agua) al líquido que es el elemento esencial de la biósfera. Por este modus cogitandi (modo de pensar), tanto la tierra como el agua reciben respeto y ofrendas de sus hijos. El respeto y ofrenda a la naturaleza es la aceptación de la manifestación de la divinidad (teofanía) a través de la naturaleza; no su divinización como juzgan los que ignoran estas manifestaciones culturales.
Los indígenas de los países andinos, educados en el pensamiento de conocer y amar a la Madre Tierra y a la Madre Agua, las cuidan, respetan y defienden hasta con sus vidas cuando llegan los intrusos que las contaminan y destruyen para convertirlas sólo en objetos de lucro. Los defensores de la naturaleza, generalmente, son los que viven en el área rural; por tanto, están en contacto diario con ella.
Los destructores de la naturaleza, generalmente, son los procedentes del área urbana o citadina. Es que ellos sólo buscan sacar la ganancia económica. Y, cuando hay enfrentamientos de los defensores y destructores de la naturaleza, las empresas y los gobiernos se vuelven cómplices del negocio, haciendo mal uso del poder, envían a los policías y a grupos militares bien armados para defender los intereses de los empresarios. Al final, cuando hay muertos y heridos nadie asume la responsabilidad; entonces, recurren a los discursos repetitivos de justificación: “Yo di la orden, pero no ejecuté. Yo no participé personalmente. Esos indios no quieren el progreso por eso rechazan las inversiones que dan trabajo y mejoran la economía del país. La civilización debe destruir la barbarie”. Los policías y grupos militares también tienen sus letanías bien aprendidas: “Nosotros no somos deliberativos; sólo obedecemos las órdenes. Nosotros defendemos el orden. Nosotros nos defendemos ante los ataques de los revoltosos”.
Cuando al inicio de la primavera de 2019 hubo marchas y protestas invocando el cuidado de la Madre Naturaleza, recién muchos se pusieron a pensar en serio sobre el medio ambiente. Las instituciones y personas, que hicieron posible este acontecimiento que busca despertar la conciencia de la humanidad para cuidar nuestra Madre Tierra, se unieron en torno de la figura de la adolescente Greta Thunberg. ¿Recién llega el mensaje milenario de los quechuas y otros grupos humanos de que el ser humano es hijo de la naturaleza? Y, como hijo, tiene la obligación de cuidar a su madre.
Ojalá que esta toma de conciencia de que todos somos terrígenas (originarios de la Tierra, indígenas de la Tierra) sirva para que no nos miren con prejuicio cuando nos detenemos en un lugar escogido del camino (cima, lugar del encuentro de vientos, donde hay emanación de gas subterráneo como en los humedales) para ofrendar una piedra a la naturaleza. Por tantas ofrendas recibidas de los viajeros hay morritos al borde de los caminos que en quechua los llamamos apachita o la forma castellanizada apacheta (ofrenda enviada). Así también damos nuestras ofrendas al agua (Yaku Mama: Madre Agua). Y, para que no consideren que estos ritos son sólo de los andinos doy la siguiente información: Los coreanos también ofrendan piedras a los cerros, y esos morros de piedras (tol mudom, en coreano) son respetados. (Francisco Carranza Romero:” Culturas comparadas de Perú y Corea”, 2018, Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima).
Isla Jeju (Corea)
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