LA COMISIÓN DE LA
VERDAD Y RECONCILIACIÓN
MERECE NUESTRO RESPETO
Francisco Carranza
Romero
Ante tantas denuncias no atendidas de las
pobres víctimas de la violencia durante más de una década se formó la Comisión
de la Verdad y Reconciliación integrada por personas de reconocida trayectoria
ética y profesional.
Los miembros de CVR recorrieron muchos
pueblos del Perú buscando a los testigos y a los denunciantes que no habían
sido oídos. Y allí se dieron cuenta que las víctimas de la violencia eran, en
su gran mayoría, poblaciones de campesinos quechuahablantes que vivían en
paupérrimas condiciones por el olvido de los gobiernos centralistas. Con la
colaboración de las instituciones nacionales e internacionales preocupadas por
los Derechos Humanos visitaron los lugares de las torturas y muertes, y participaron
en las excavaciones de algunas supuestas fosas comunes. Algunas veces no
tuvieron éxito porque los datos no coincidían con los hechos. Pero, otras
veces, sí. Y después de años de la entrega del documento de CVR se siguen
encontrando más restos humanos en diferentes lugares donde habían ocurrido las
capturas y desapariciones de los ciudadanos. Esas pobres víctimas no se "autocapturaron" ni "se autodesaparecieron" como dijo una fujimorista.
También acudieron a diferentes instituciones
oficiales a las que pertenecían algunos denunciados con el fin de obtener otros
datos y otras versiones. En algunas recibieron la colaboración, pero en otras
fueron rechazados. Algunos investigados se indignaron y los tildaron de “rojos
y proterroristas” y hasta los amenazaron. Aun así siguieron trabajando porque
estaban seguros de que miles de muertes tenían sus autores que actuaban por la
consigna ideológica o en "defensa del sistema y del orden".
Los miles de folios y fotografías recogidos
por CVR fueron compilados y entregados al presidente Alejandro Toledo en una
ceremonia oficial. Ese documento es para recordar siempre, para no cometer
otras barbaridades semejantes, para que el gobierno y otras instituciones
ayuden a los deudos de las víctimas, para que todo el país reflexione y aprenda
a perdonarse asumiendo sus responsabilidades. Por eso, el documental publicado
se titula: Yuyanapaq (para recordar);
que en el quechua de Áncash es: Yarpaanapaq.
Así fue que se toparon con el ejército
peruano y con iglesia católica. Algunos jerarcas, aunque malhumorados,
prefirieron callarse y ocultar su malestar con carraspeos. Pero, alguien que,
después de leer el libro Código de Da Vinci y ver la película basada en ese
libro, prohibió a su feligresía, ahora dice en una homilía que la jerarquía de
la iglesia católica no se involucró ni se equivocó en esos años de la
violencia. Quizás el silencio de aquel entonces fue suficiente complicidad. Si
él ahora mantuviera el silencio reflexivo sería más respetado. Qué problema:
Cuando debió indignarse ante las masacres y desapariciones de gente inocente de
su diócesis, se calló. Y ahora, cuando debería callarse porque, después de
muchos años presenciamos el cambio de gobierno en forma pacífica y democrática,
habla: "Nosotros no nos equivocamos". Entonces, ¿quién o quiénes se equivocaron?
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