viernes, 10 de agosto de 2018

TRADUCIR NO ES TAN FÁCIL COMO SE CREE


TRADUCIR NO ES TAN FÁCIL COMO SE CREE
           Francisco Carranza Romero

 La traducción de una obra implica muchos factores previos y posteriores que facilitan y obstaculizan el proceso.

Los traductores

La traducción de las obras literarias exige condiciones especiales de los traductores, porque no basta hablar, leer y escribir una segunda lengua para estar en condiciones de realizar una buena traducción en ésta. Los traductores de obras literarias deben ser buenos lectores de las obras literarias para estar acostumbrados al lenguaje literario. Hago esta repetición de “literario” para distinguir que mi comentario se refiere solamente a la traducción en el campo de la literatura. El que no es un buen lector de las obras en la lengua fuente o en la lengua meta, difícil que comprenda y sienta los recursos de la estética verbal. Hay tantas obras bellas e interesantes en su lengua original que no tienen aceptación ni éxito en la versión traducida.         

Los traductores deben tener ejercicios de creación y composición literarias para transcribir con más precisión el mensaje y la belleza de una obra en otra lengua porque la traducción es la reescritura de la obra.

Conocer todo el contorno de una obra, porque ella no puede estar ajena a los factores históricos, económicos, políticos, religiosos y otras expresiones culturales. Hasta las expresiones lingüísticas varían de significado según la época, grupo social y localidad. Por ejemplo: la palabra “camarada” puede tener buena connotación en la sociedad donde predomina la ideología comunista; pero, esta misma palabra puede ser despectiva en otra sociedad donde se odia a los comunistas.

La honestidad es una virtud necesaria también en la traducción, cuando hay dudas de comprensión de la obra se debe consultar a los mismos autores –si están vivos-, a los críticos y a otros que entiendan la literatura. La impaciencia es la causa de que muchas grandes obras en su lengua original no hayan sido aceptadas ni apreciadas en la versión traducida. Además, se dan casos en que el profesor de la lengua reparte los capítulos de una obra a sus alumnos como tarea para que los traduzcan; luego, recoge, les da unos retoque y aparece como traductor. 

Autores

Los autores a quienes se les pide el permiso para traducir sus obras deben responder a sus solicitantes con toda la seriedad, y para eso deben tener una relación de los permisos de traducción que han otorgado.

Se dan casos de autores que dan los permisos de traducción de la misma obra a dos o más traductores a la misma lengua. En  algunos casos, a un traductor le da el permiso de traducir toda la obra; a otro le da su consentimiento de traducir una parte de esa misma obra. Otras veces, aun sabiendo que su obra ya ha sido traducida de una segunda lengua a una tercera, dan permiso para una nueva traducción a la tercera lengua.  Es el caso de la obra “Nuestro héroe desfigurado” que fue traducido del francés al español y publicado por la editorial Norma de Colombia; pero esta misma obra –por el consentimiento de su autor- fue traducido por otro y publicado en España. ¿Es que la traducción del francés al español era pésima?   

La obra “Edad dorada” también fue traducida del francés al castellano; aun así, el autor dio permiso a dos diferentes traductores, una versión se publica en Perú y la otra en España.
        
“Retratos de Juventud” fue traducido; y cuando estaba en proceso de publicación se supo que una parte de la obra había sido traducida por otro. En ambos casos el autor firmó su consentimiento.

Ante estos casos surgen varias explicaciones: Se puede tratar de algunos escritores descuidados que firman los permisos de traducción a todo el que le solicita sin revisar sus archivos de documentos otorgados. Pero, también puede ser el caso de escritores ávidos de publicidad y premios que no tienen ningún escrúpulo en firmar sus consentimientos de traducción de la misma obra a varios traductores de una misma lengua que le solicitan; quizás por querer asegurarse de la traducción.

Esta actitud acaparadora de los escritores quita la oportunidad a sus colegas. 

Solamente cuando la primera versión traducida es un desastre se debe hacer la nueva traducción con el fin de demostrar a los lectores que la versión anterior no era buena. Y al traductor de la primera versión desastrosa se le debe castigar negándole su futura participación en la labor de traducir. 

Crítica severa y objetiva

Como en todo el mundo, muchos críticos y escritores forman parte de un círculo literario por eso se alaban recíprocamente confundiendo y engañando a los lectores que se dejan orientar por los críticos lambones que escriben en los periódicos y revistas, o que salen en la radio y televisión. Los críticos, antes de ser amigos de alguien, tienen que ser amigos de la verdad, porque es la verdad y no la mentira la que nos ayudará a ser libres y veraces.

En una sociedad donde se calla ante ante el maestro de clase aunque éste esté equivocado difícilmente podrá madurar la crítica, porque el que critica se convierte en un descortés y hasta en enemigo.

Es tiempo de que se hagan comparaciones de varias versiones de una misma obra en castellano, porque se puede dar el caso de que no sean más que réplicas o copias con pequeñas añadiduras o correcciones.

Instituciones coreanas que financian la traducción de las obras coreanas

La promoción de la traducción no termina con dar el apoyo económico para la labor de la traducción, ése es solamente el inicio, pues tiene mucha labor que seguir cumpliendo.

Las instituciones deben coordinar para no ser sorprendidos por los traductores y autores oportunistas, deben intercambiarse los datos para no hacer dobles ni triples gastos en una misma obra y autor.

Estar en contacto con las agregadurías culturales de Corea y centros donde se publican para conocer la opinión de los críticos extranjeros.

Informarse debidamente para no caer en aprovechadores de los recursos coreanos.





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