miércoles, 29 de julio de 2020

INTERROGACIONES EN TIEMPOS DE PESTE

INTERROGACIONES EN TIEMPOS DE PESTE

Francisco Carranza Romero

Estos días estamos viviendo con muchos cuidados de salud (cuarentena, distanciamiento, uso de mascarilla y desinfectantes, restricciones de salida para los longevos y niños, etc.) por la amenaza de Covid-19 que ocasiona cambios en la vida: pánico, rebeldía, desconfianza de otros y de sí mismo, clases virtuales, imposibilidad de consultar libros, uso de ciertas palabras con variaciones semánticas según las situaciones, búsqueda de salud en la comida, etc.

¿Significados inversos de positivo y negativo?
Positivo.
Antes usábamos esta palabra con su significado que nos alegraba: beneficioso, optimista, verdadero, efectivo, afectivo, afirmativo, aceptable… Pero ahora, cuando leemos o escuchamos de positivo en el análisis de Covid-19 nos ponemos serios, preocupados, con temor y hasta con tristeza porque se trata de una desgracia, mala suerte.
Negativo. Antes su significado original nos ponía en alerta y nos entristecía porque anunciaba algo malo, triste, pesimista, inefectivo, repulsivo, inaceptable… Sin embargo, ahora, el resultado negativo del análisis de Covid-19 hace sonreír y tranquilizar a la persona analizada y a los que la rodean.
Si en la calle escuchamos que tal fulano es positivo, nuestra reacción inmediata -por vivir los tiempos de la peste- es alejarnos o evitar el contacto con ese fulano sin pensar en el significado positivo de la palabra. Y, si se dice que tal fulano es negativo, dejamos de preocuparnos del contacto con el fulano. Así, no siempre el adjetivo positivo causa alegría; ni el adjetivo negativo causa tristeza. Qué relativa es la lengua.
¿Clase virtual sin libros digitalizados?
Ante el temor de los contagios se evitan las reuniones; por tanto, las clases que antes se hacían en las aulas, laboratorios o campos; ahora se hacen a través de las máquinas con la figura del docente en una pantalla. Sin embargo, no todas las actividades de enseñanza y aprendizaje son posibles como la práctica en el laboratorio y la investigación en los libros porque no todos los libros almacenados en las bibliotecas están digitalizados ni en los países ricos. Bajo esta realidad, la clase virtual es sólo un cumplimiento: justificar los salarios de los docentes; dar el servicio a los alumnos por los pagos realizados (caso de los centros educativos privados). Así la peste nos hace volver a los tiempos antiguos en que el alumno repetía lo que el maestro decía. Era el método del magister dixit. Sólo los muy inteligentes y rebeldes se atrevieron a cuestionar a lo que se decía en la clase.
Por la peste ahora sabemos que las bibliotecas tienen que digitalizar los libros para que los interesados puedan consultarlos sin necesidad de ir al local. Ahora hay que pensar en los libros electrónicos que no pesan, no ocupan mucho espacio, no envejecen ni se apolillan. La ganancia de la editorial y la biblioteca estará en cobrar por el acceso y descarga del libro. Ante esta necesidad urgente aparecerán, como en alta mar, los piratas que digitalizarán las publicaciones sin la autorización de los autores, editoriales y bibliotecas, para luego cobrar a los lectores interesados.  La peste es buena compañera de los inmorales.
¿Revaloración de la comida fermentada?
 Viviendo los días de encierro, distanciamiento y de muchos cuidados por la peste he recordado mucho a mi abuelo materno, Eulogio Romero, quien fue un curandero místico que elaboraba los remedios, y siempre estaba dispuesto a ayudar en la salud física, mental y espiritual de mucha gente que llegaba buscándolo hasta de lugares lejanos.
El abuelo Iullu (hipocorístico quechua del nombre Eulogio) nos repitió muchas veces: Puriqishyayqa tsunupa kallpanta mantsan: La peste teme al poder de la papa fermentada. Así fue que desde niño aprendimos a apreciar la mazamorra de chuño (tsunu api o tuqush api como dicen en el Callejón de Huaylas).
Sin embargo, no sólo los andinos peruanos consumimos la comida fermentada. Los coreanos comen también la verdura fermentada (kimchi) y la pasta de frijol fermentada (dwenjang). Y los alemanes también comen el repollo fermentado (chucrut). Y qué coincidencia, el Covid-19 no ha causado muchas muertes en esos países. ¿La comida fermentada les ha desarrollado buena defensa inmunológica? Me he informado que un equipo de investigación liderado por el médico Jean Bousquet, profesor de medicina pulmonar en la Universidad de Montpellier, Francia, descubrió que algunos productos fermentados como el chucrut y yogur (palabra turca) ayudan en la prevención del virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19.
Corea del Sur. Recipientes para fermentar el kimchi. (Imagen de Whoop005 en Pixabay)
Cuando he comentado esto a un grupo de limeños, unos han parado las orejas como dispuestos a hacer la prueba; pero, una minoría de melindrosos y tercos, ha lanzado inmediatamente exclamaciones de ¡aj!, ¡puf! con gestos de asco. Innegable, ni la peste puede hacer repensar a la gente cargada de prejuicios. Es que el tocosh (con este nombre se comercializa en algunos establecimientos) es comida de los campesinos andinos. Lo importante es que se prepare con muchas medidas de higiene.

domingo, 5 de julio de 2020

PERÚ EN PANDEMIA

Perú en pandemia

FRANCISCO CARRANZA ROMERO

                                          Cortesia Time,  corona rus

Encierro y muchas medidas sin planificación
El 17 de marzo comenzó el confinamiento de la gente en Perú. La población, en su mayoría, aceptó la pesada medida por ser necesaria para evitar los contagios de covid-19. Después se anunciaron otras medidas más rígidas como la prohibición de la circulación de los carros particulares sin pase laboral. 

Pero, después de los 15 días se alargó la medida, y volvió a alargarse hasta el 30 de junio asustando a tanta gente que vive de la labor diaria. Ciento siete días vivir soportando el encierro y el aislamiento preventivo por razones sanitarias. Un largo tiempo sentido y soportado, especialmente, por la población llamada vulnerable (adultos mayores y niños). Más de cien días viendo y oyendo noticias de pánico sobre la peste (contagios, muertes y muchas opiniones sensacionalistas; serias, pocas). Si la medida hubiera sido focalizada a los lugares de mayor contagio habría sido más comprensible; pero no a todo el país.

Los supuestos especialistas comenzaron a opinar y aconsejar: “A comer bien porque los bien alimentados no se contagian; aunque se contagien, el cuerpo resistirá y superará la peste”. Como muchas actividades independientes fueron prohibidas y muchos centros de labor se cerraron o redujeron su personal, muchísima gente quedó desocupada. ¿De dónde sacar dinero para comprar los materiales para comer bien? ¿Cómo dormir bien sabiendo que los familiares también tienen el estómago hambriento?

“No automedicarse porque las consecuencias pueden ser peores”.  Los hospitales están llenos de enfermos, de los cuales muchos mueren aun recibiendo las medicinas recetadas; y hasta los mismos médicos y enfermeros también son víctimas. Pues, como sucede en todo el mundo, todo es ensayo porque el mal es tan nuevo que no hay el tratamiento y la medicina eficientes. Esto trae a la memoria el principio latino: Medice, cura te ipsum (Médico, cúrate a ti mismo). Mientras los grandes laboratorios encuentren la vacuna y el remedio, es el tiempo de observar con humildad los tratamientos de la gente en diferentes lugares buscando el alivio y curación del mal.  

“Hay que lavarse las manos con más frecuencia”. De acuerdo, la higiene es importante para la salud; pero, hay sectores urbanos que ni siquiera tienen conexión de agua potable; viven comprando agua en sus depósitos.

Covid-19 y corrupción
Civiles y uniformados infectados por el virus de covid-19 y por el virus de la corrupción que se manifiesta en tantos actos vergonzosos e injustificables mientras todo el país está bajo las medidas de restricción. Cito algunos actos que avergüenzan a toda la humanidad porque es la expresión de la indolencia y el aprovechamiento del dolor y el sufrimiento general: sobrevaloración en las compras de los materiales de salud, comercialización de algunos materiales médicos adquiridos por el Ministerio de Salud, el injusto reparto del bono familiar universal sin que esto llegue a los que realmente más lo necesitan, reparto de la canasta familiar a miles de funcionarios quitando la oportunidad a los verdaderos pobres, venta del material de salud adulterado como el caso del oxígeno industrial en vez del oxígeno de salud, atención en los hospitales públicos y en las clínicas privadas según el poder económico, etc. Así, la peste y la corrupción celebran el acontecimiento al ritmo de la danza macabra.

Los infectados y fallecidos por el virus aumentan día tras día que superan a la capacidad de atención de los centros de salud. La situación es triste, pero real: Quien no tiene dinero ni recomendación está destinado a tratarse en su vivienda como pueda o a morirse en la calle o en la puerta del centro de salud.

Ya se sabe que unos pocos se están beneficiando económicamente con el sufrimiento y el llanto de muchos. Los hospitales y las clínicas privadas cosechan mucho dinero. Algunas farmacias, por estar abiertas durante la centena, venden medicinas y materiales de salud subiendo los precios. Las funerarias, cementerios y crematorios ganan bien por el aumento de la cantidad de muertos. Muchas empresas, por razones justificadas o aprovechando el caso, han despedido a sus trabajadores. Y los que han perdido el trabajo han sido afectados económica y sicológicamente. ¡Qué injusto es el mundo! ¿Ante quién reclamar? Parece que hasta el cielo se ha cerrado para los pobres. El principio latino: Nihil humanum mihi alienum est (Nada de lo humano me es ajeno) ha sido tirado a la basura. El negocio, como en este caso, no se asocia con la ética. El hombre de negocios es una máquina que traga monedas. Sin embargo, hay unos cuantos que sí sienten el sufrimiento de sus prójimos como suyos y actúan de buen corazón.

Las noticias sobre la corrupción, el virus moral para el cual no hay un proyecto de encontrar una vacuna, ensombrecen al Perú.

Las consecuencias del confinamiento largo
¿Cuánto se ha ganado o perdido con tanto tiempo de confinamiento? La situación de la población postpandemia es preocupante no sólo en Perú. Ahora todo el mundo tiene miedo de contagiarse de la peste. Cualquier síntoma de gripe es de sospecha y hace temer. Hay desconfianza de otros. Los ahorros han disminuido o acabado. La deuda con personas, instituciones de servicios y bancos quita el sueño a la gente común que debe empezar a luchar desde cero o desde alguito que queda. Pero las cobranzas por agua, luz, televisión, celular, etc. llegan para pagarlas puntualmente para no caer en la morosidad.

“En vez de prohibir el funcionamiento de los pequeños negocios y talleres, ¿por qué no instruyeron mejor a la gente las nuevas formas de cuidado para no contagiarse? ¿Acaso los viciosos de licor y fiesta han hecho caso?”, fue el comentario amargo de un zapatero que tiene su puesto dentro de un mercado. La peste y el largo confinamiento han afectado a la economía nacional que difícilmente se levantará hasta llegar al nivel de prepandemia.

Los sectores de salud y educación públicas, descuidadas por tantos gobiernos, ahora sufren más que los sectores privados. La peste sólo abrió las llagas mal cerradas. Lima, foco del mayor contagio y muerte en Perú, es una ciudad en pánico. Y los sobrevivientes deben pensar en la vacuna eficaz contra el covid-19 y la corrupción mediante la educación en el hogar, la sociedad y la escuela.