domingo, 25 de abril de 2021

RACISMO, NACIONALISMO Y PANDEMIA

 




RACISMO, NACIONALISMO Y PANDEMIA


                                                                      Imagen de Tumisu en Pixabay

Francisco Carranza Romero

La intolerancia y la exclusión de otros son muestras de que la especie humana sigue siendo gregaria sólo entre sus supuestos semejantes (próximos, prójimos). Y la Historia nos muestra datos suficientes de que esta convivencia gregaria dura hasta que los intereses económicos les motivan a disputarse hasta llegar a intentos de eliminarse unos a otros.

Por miles de años los habitantes de Eurasia convivieron bien o mal porque el inmenso espacio de su hábitat no tiene fronteras insuperables como los océanos. Por esta realidad geográfica, los euroasiáticos se “visitaron” buscando la supervivencia, se invadieron, se rechazaron y volvieron a aceptarse, aunque sea soportándose.

Los indígenas de América también fueron víctimas

Después del siglo XVI los europeos invadieron América, África y Oceanía y comenzaron a repartirse las tierras y gentes con la justificación de darles la buena civilización y la santa religión. Los poderes políticos y religiosos se aliaron en esta empresa. Sin embargo, debemos reconocer que hubo algunos clérigos valientes como Luis Jerónimo Oré y Bartolomé de las Casas que denunciaron ante los reyes y papas los abusos de los conquistadores.

Luis Jerónimo de Oré (1554 -1630), franciscano de Huamanga, escribió: “Las rencillas entre los religiosos y administradores coloniales marcaron las relaciones entre los ‘dos cuchillos’ -Iglesia y Estado, como los llamó el obispo Gaspar Villarroel- en las Indias Españolas, y en la Florida no fue excepción” (Luis Jerónimo de Oré: “Relación de los mártires de la Florida”, p. 35. PUCP, Lima, 2014. Edición de Raquel Chang-Rodríguez).

El obispo Francisco Marroquín Hurtado (1499 - 1563) envió desde Guatemala un sabio consejo a Carlos V: “Conocerlos hemos. Conocernos han”. ¡Cuánta razón tenía ese clérigo!

La Junta de Valladolid, 1550-1551, es famosa por la polémica entre dos clérigos de ideas y actitudes opuestas: Juan Ginés de Sepúlveda, basado sólo en los informes de los viajeros y en sus reflexiones teológicas, defendió la conquista con el argumento de que los pobladores del Nuevo Mundo no tenían alma; ergo, no eran seres humanos. Bartolomé de las Casas, quien sí conocía las islas del Caribe y la tierra firme, defendió los derechos de los pobladores del Nuevo Mundo. ¿A quién le hicieron caso?

Entonces, la gente que tenía los rasgos físicos y culturales diferentes del europeo era vista y juzgada con menosprecio. Perder la tierra y la esperanza de una vida mejor era peor que la peste. Y en pleno siglo XXI, con el cuento del progreso y la civilización, cuántos vejámenes se siguen cometiendo contra los indígenas de América que no sólo defienden sus vidas sino también de la naturaleza con la que viven en contacto diario.

Odio a los asiáticos

Desde el año 2020, por la aparición y propagación del Covid-19, convertido ahora en pandemia, ha habido muchas y variadas opiniones. La prensa y las redes sociales han difundido muchas noticias y declaraciones imprudentes confundiendo al público. Mientras tanto, se realizan las investigaciones superando muchas dificultades en los lugares de posibles orígenes del virus. Ojalá se encuentren los datos suficientes para conocer la naturaleza del virus para desarrollar las vacunas y los métodos de curación porque el número de muertos en el mundo ya ha superado a los tres millones.

Algunos políticos irresponsables, sin hacer caso a los epidemiólogos, se han despreocupado de la salud del pueblo y hasta han negado el peligro que significaba el nuevo virus. Como se vive la competencia por la hegemonía económica y política esos líderes han repetido y difundido tantas veces las expresiones: “virus chino”, “virus asiático”, hasta que algunos estadounidenses y europeos han generalizado sus fobias contra todos los asiáticos parecidos físicamente a los chinos. “Una mentira, repetida tantas veces, se vuelve una verdad”, dice el refrán. Así hicieron los nazis contra los judíos hasta que trataron de exterminarlos. La prensa nos informa casi diariamente sobre las frecuentes agresiones que sufren muchos asiáticos.

Todos sabemos que la gente de piel oscura ha sido víctima de la gente de piel blanca. Pero ahora, los que atacan a los asiáticos no son sólo los de la piel clara, también los de la piel oscura; y estos agresores no se ponen las mascarillas ni cumplen los protocolos de bioseguridad. En realidad, son los frustrados que se desfogan con los asiáticos señalándolos como los causantes de sus fracasos. Desgraciadamente, no sólo la pandemia de Covid-19 mata a la gente.

Los estadounidenses de ascendencia asiática, con sus documentos en regla, y los visitantes asiáticos son víctimas de los racistas y nacionalistas que les gritan. “¡Fuera!” “¡Vuelve a tu país!” “¡Llévate tu virus!”. Muchas veces, los gritos rabiosos van acompañados de golpes, puñaladas, vertimiento de gases tóxicos a los rostros y disparos a quemarropa. Esos nacionalistas de hoy ignoran o no quieren recordar que sus antepasados, hace apenas unos siglos, también llegaron a las tierras de Abya Yala dispuestos a arrebatar a los nativos milenarios sus tierras y productos.

Los agresores racistas y nacionalistas ignoran o pretenden ignorar el Artículo 2 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos (documento adoptado por la Asamblea General de Las Naciones Unidas, París, 10 de diciembre de 1948): “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.  

Es el momento también para preguntar a los países asiáticos, cuyos ciudadanos son agredidos en Estados Unidos y Europa: ¿Sus leyes y su sociedad son incluyentes o excluyentes con los extranjeros que residen en sus espacios? ¿Dan el trato respetuoso a los extranjeros?

La lucha entre el altruismo y el egoísmo es de siempre. La grandiosidad humana no consiste en tratar bien sólo al que nos es próximo. La magnanimidad se demuestra en el buen trato también al que nos es lejano por su nacionalidad y por sus diferencias físicas y culturales. En la estructura más profunda todos pertenecemos al mismo “grupo zoológico humano” (Teilhard de Chardin), aunque los brutos discriminadores y propagadores del odio ignoren o no les guste aceptar esta realidad.

miércoles, 7 de abril de 2021

SUPREMACISMO MASCULINO EN LANEGUA ESPAÑOLA

 

SUPREMACISMO MASCULINO 

Francisco Carranza Romero



   Hyesun Ko y Francisco Carranza, profesores en la Universidad de Corea, 

Los seres de nuestra biósfera presentan distinciones del género: hembra y macho. Es la diferenciación natural. Y esta diferenciación se expresa en la morfología de algunas lenguas. Sin embargo, la idea de que el masculino es mejor que el femenino es extralingüística; y lo peor, está internalizada en el ser humano quien la demuestra en sus expresiones y actitudes como algo muy normal.

Género en el idioma castellano

Cuando los hablantes de idiomas que carecen del elemento distinguidor del género (como el quechua y el coreano) aprenden el castellano, se sorprenden en los primeros contactos, porque el nombre, pronombre, adjetivo y artículo tienen marcas distintivas del género.

Sin embargo, esto no significa que los hablantes del quechua y el coreano no tengan la idea de la distinción del género. En quechua hay distinción del género por heteronimia: mama (madre), yaya (padre); ñaña (hermana), turi (hermano) cuando habla la mujer y su relación con ella; pani (hermana), wawqi (hermano) cuando habla el varón y su relación con él. También hay la diferencia metalingüística del género: la montaña, el sol, el trueno y el aire son del género masculino; la zona baja (tierra), el agua y la sal son del género femenino. Lo mismo ocurre con los colores y olores masculinos y femeninos.

El niño que habla quechua, trasladado por la necesidad de continuar la educación escolarizada al pueblo donde se usa el castellano en la comunicación en la escuela y fuera de ella, pasa varios meses de sufrimiento repitiendo y memorizando el léxico castellano hasta lograr la interpretación de los mensajes. En este proceso va asimilando las normas gramaticales y ortográficas.

Ahora, una anécdota personal: Una vez, ya con cierto avance en la segunda lengua, cuando el profesor del aula explicaba sobre la concordancia obligatoria del adjetivo con el sustantivo, cargándome de mucho valor me atreví a preguntar: Señor, ¿por qué Río Santa y no Río Santo? Es que en esos días estaba de moda el huayno “Río Santa, Río Santa caudaloso” que las radios y radiolas difundían en Carás. Mi pregunta se refería al nombre del río que recorre el Callejón de Huaylas y desemboca en el Pacífico en la provincia de Santa. El docente, sorprendido, guardó un silencio solemne; luego, contestó: ¡Primero, aprende bien para aprobar!; luego, pregunta. Al notar el silencio y susto de los alumnos, sonrió irónico y hasta rio provocando la risa de mis compañeros que me clavaron sus miradas. Yo, primero avergonzado, también me contagié del ambiente que terminé riendo. ¿El señor no sabría cómo responder? O, ¿no estaba de buen ánimo? Después de muchos años, pasando tantas veces por el pueblo de Santa porque estudiaba en la Universidad Nacional de Trujillo, y por las lecturas sobre Áncash supe que el río que, rompiendo la Cordillera Negra, desemboca en el Océano Pacífico tuvo muchos nombres: Jatunmayo (hatun mayu: río grande), Huaylasmayo, Río de Santa hasta llegar a Río Santa. Así pasa con Plaza de Colón > Plaza Colón; Puente de Piedra > Puente Piedra, etc. Realmente, no era un problema de la discordancia de género; sino una elisión interna en una frase.

En la Secundaria, gracias al estudio de la lengua latina, comprendí las curiosidades de mi niñez sobre el castellano: En latín hay tres géneros (masculino, femenino y neutro) que se manifiestan en el nombre, pronombre y adjetivo. El romance castellano tiene dos géneros porque desaparece el género neutro del latín. No todos los nombres que terminan en la vocal -a (como los sustantivos de la primera declinación latina) son del género femenino, también hay masculinos como: auriga, nauta, poeta, panorama, problema, profeta, programa, teorema, etc. Algunas palabras son griegas, ¿verdad? Así fui comprendiendo la diacronía castellana. Y, recién en la segunda mitad del siglo XX se aceptó como correcto el uso del léxico “poeta” como masculino y femenino porque el sufijo -isa es despectivo.

Uso y abuso del género masculino

Como el castellano carece del género neutro, el léxico latino neutro pasa al idioma castellano como masculino: auditorium > auditorio; curriculum > currículo; medium > medio; simposium > simposio. En algunos casos se permite el uso del masculino y femenino como en el caso de mare (léxico latino neutro) > la mar, el mar. Sin embargo, hay la preferencia por el masculino.

Para buscar cualquier adjetivo en el diccionario castellano, hay que hacerlo por el masculino. Como en el relato bíblico de la antropogénesis: Adán fue primero, después Eva.

El nombre en masculino incluye a ambos géneros: “padres de familia” (se refiere a padre y madre), niños (niño y niña). Cuando se menciona a ambos géneros, el adjetivo o pronombre referente a los dos está en masculino plural. “Las damas y caballeros están invitados a la fiesta. Ellos deben llegar puntuales”.

Hay palabras y frases que expresan el machismo. A continuación, cito algunas que son de mayor uso:

“Padre”. “Huevo”. Expresan el mensaje positivo de mucho halago. “Padre, padrísimo”: léxicos usados en México como calificativos: bueno, muy bueno. El modelo de algo está relacionado con la palabra aumentativa “patrón” referentes al santo protector, al amo y jefe; pero también se usa como modelo o base para la evaluación: patrón cultural, patrón moral, patrón monetario.

“Vale un huevo”. Expresa que algo vale mucho. Sin embargo, las expresiones “huevón, boludo, cojudo, cojudez, carajo”, palabras referentes al sexo masculino, son insultos y no elogios al varón. El receptor e intérprete recibe el mensaje como ofensivo y provocativo. Hasta un clérigo peruano de alto rango, al referirse a una institución internacional de defensa de los derechos humanos, dijo con menosprecio: “Esa cojudez”.

“Ser macho”. Significa: no tener miedo, actuar sin miedo, aunque se caiga en la temeridad, brutalidad y descortesía. “Ser macho” no es sinónimo de “ser valiente” porque la valentía consiste en medir el riego antes de actuar.

“Joder” y sus variantes “jodido”, jodidez” se refieren al acto sexual, aunque también a fastidiar, fastidio.

Menosprecio del género femenino

Madre. Aun sabiendo que todos hemos nacido de una madre después de meses de gestación no la valoramos como ella se merece; por eso, muchas expresiones la denigran.

“Eres una madre”. Referido a un varón es un insulto porque significa: Eres muy suave e indeciso para situaciones de apremio. Eres un inútil. Eres un cobarde.

“Concha de tu madre”. “Concha de su madre”. Expresiones muy ofensivas porque hacen alusiones al sexo de la madre comparándolo con el molusco. Estas expresiones de violencia, por ser emitidas con enojo, rapidez y con mucha frecuencia sufren variaciones:

Concha de su madre > concha su madre > chasumadre > chasuma > chasu > asu.

A su madre > asumare > asu.

En Perú, varones y mujeres dicen con frecuencia ¡Asu! (Exclamación de sorpresa enfatizando el acento de tensión en la vocal a) sin pensar que es la simplificación de la coprolalia ofensiva a la mujer.

Muy pocos saben sobre su origen. Es que el usuario común de una lengua no se complica la vida con las reflexiones y explicaciones lingüísticas.

La palabra “concha” también se disfraza en “cónchale”, muy común en los mexicanos.

El adjetivo "conchudo, -a", aumentativo y despectivo del sustantivo concha es ofensa porque significa: sinvergüenza, aprovechador.

“Hijo de puta”, expresión ofensiva a la mujer, también tiene su variación y simplificación: 1. Hijo de puta > “híjole” > “híjoe”. 2. Puta > “pucha”. En Perú es común escuchar “¡pucha!” como interjección de sorpresa y esfuerzo.

Sin embargo, en las Islas Canarias se usa la expresión “Está de puta madre” para expresar que algo está muy bien. El que no es canario, en las primeras experiencias auditivas, piensa que algo, para que sea bueno, debe ser “de puta madre”.

"Coño" (órgano sexual femenino), interjección más de los españoles.

Y, como la lengua más se aprende repitiendo sin preguntar el porqué, hasta las mujeres carajean, cojudean, huevonean y mentan a la madre sin ningún problema ni rubor.

Aunque se den leyes del trato equitativo para las mujeres y los varones, si no cambiamos nuestra manera de pensar y nuestra actitud no habrá la valoración de la mujer (género femenino). Seguiremos lamentándonos de los datos estadísticos del maltrato de las mujeres y del feminicidio. Los cambios deben reflejarse también en la lengua, herramienta diaria de nuestra comunicación. Y no seguir repitiendo la coprolalia machista como una muletilla.