viernes, 5 de agosto de 2016

TODOS SOMOS INDÍGENAS

TODOS SOMOS INDÍGENAS

FRANCISCO CARRANZA ROMERO

Prejuicios del ignorante

Aprovechando las facilidades que nos brinda el uso de internet, el 24 de septiembre de 2004 entré a la página web de la revista peruana Caretas, publicada en Lima, edición # 1841 del 23 de septiembre. Allí leí un artículo titulado: “Indios en Washington” donde el autor expresa abiertamente sus prejuicios raciales. Al informar sobre las actividades del presidente peruano en los Estados Unidos, dice: “Toledo asistió a la inauguración del Museo de Indios de América (sin alusiones personales). Después de leer este artículo con varias referencias prejuiciosas, me puse a pensar: ¿Ese periodista habría leído algún libro actual de Ciencias Sociales? De haberlo leído, quizás no habría comprendido ni asimilado los cambios del pensamiento, porque en las Ciencias Sociales, desde hace muchas décadas, se usa la palabra “indígena” –de origen latino que significa: nativo, aborigen, originario– en vez de la palabra “indio”.

Con la palabra “indígena”, todos somos indígenas de algún lugar, incluyendo al autor del artículo mencionado. Y, abarcando la dimensión continental, tenemos indígenas de América, indígenas de Europa, indígenas de África, indígenas de Asia e indígenas de Oceanía. Desde ahora, preparémonos para el futuro cuando nos encontremos con los seres de otros planetas y estrellas; entonces, los terrígenas estaremos unidos o desunidos frente a los alienígenas. 

Repasemos un poco la historia

El error comenzó con Cristóbal Colón que creyó que en el 12 de octubre de 1492 había llegado a India siguiendo una ruta contraria, por eso denominó “indios” a los caribeños.

Los europeos, aun después de comprobarse el error de Colón, siguieron usando la palabra “indio” para referirse a la gente no europea ni cristiana. Después le añadieron la carga semántica de desprecio e insulto. Entonces, “indio” llegó a significar: bárbaro, salvaje, ignorante, no civilizado, no europeizado, de color más oscuro que los europeos, etcétera.

Por esos mismos días de la edición de la revista peruana (septiembre de 2004) se celebró un simposio en la universidad coreana donde laboro: “Reading Indian Literature in Cultural Text”. Cuando asistí comprobé que el evento había sido organizado por el Departamento de Hindi y era sobre la Literatura de India. El adjetivo “indian” estaba bien usado, porque los indios son los pobladores de India. Y, qué coincidencia, por esos días también recibí un folleto (México: dónde estamos y hacia donde vamos), impreso y publicado en México con varias páginas sobre el apoyo a los indígenas de ese país, aquí cito un párrafo: “El Sistema de Radiodifusoras Culturales Indigenistas cuenta con una cobertura potencial de 22 millones de radioescuchas, de los cuales, 5.5 millones son indígenas. Transmite en 31 lenguas”. La palabra indígena se repite muchas veces, y ni una vez usa la palabra “indio”. Indudablemente, los redactores de este folleto están más actualizados que el periodista peruano de la revista limeña. Oyendo hablar a alguien podemos saber quién es; asimismo, al leer lo que alguien escribe podemos saber quién es.

Volviendo a la revista peruana. La respuesta, en el siguiente número, a algunos que criticaron el artículo no fue de asumir el error sino de justificación aduciendo que “indio” es una palabra usada. Ampararse en la ley del uso es muy cómodo; pero, al mismo tiempo, irresponsable. En inglés también los intelectuales usan “indigenous” en vez de indian. Todo el problema está en la voluntad y el esfuerzo de actualizarse para superar los antiguos prejuicios basados en el color de la piel y en algunas diferencias del modus vivendi.

El dramaturgo mexicano Tomás Urtusástegui me comentó que fue en Perú, más que en ningún país de América, donde había comprobado el fuerte racismo de los de la piel clara contra los de la piel oscura.

Mientras en Perú se sigan fomentando los prejuicios raciales, culturales y regionales será muy difícil realizar la integración nacional tan deseada y necesaria.

Lo indígena no debe ser usado solamente como un anzuelo exótico para atraer a los turistas extranjeros, porque es parte fundamental y viva de la realidad nacional.

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