martes, 15 de mayo de 2018

PERÚ DEBE MEJORAR LA INDUSTRIA TURÍSTICA

PERÚ DEBE MEJORAR LA INDUSTRIA TURÍSTICA  

Francisco Carranza Romero




Actitud frente al turista 
¡Bienvenido a Perú! es un saludo y un deseo que leemos en el pasillo que conduce a la Inmigración donde los funcionarios controlan la entrada del viajero sellando el pasaporte. Los turistas bien informados sobre la realidad peruana, desde el aeropuerto se ponen en actitud defensiva porque deben defenderse de las agencias de viaje, de los taxistas, de los hoteles y de la inseguridad en las calles. Pareciera que los que tienen el trato con los turistas estuvieran ávidos de sacar la mayor cantidad de dólares, euros y yenes de los viajeros a como dé lugar. Por ejemplo: hacer el turismo en Cusco sale muy caro por el precio de los hoteles, del tren de Cusco a Machu Picchu y de los restaurantes. “Es el impuesto por ser extranjero”, se justifican. Pero el abuso es también con los peruanos que hacen el turismo. 

Recuerdos del Callejón de Huaylas 
En el mes de febrero de 2010 me encontré con un diplomático extranjero acreditado a Lima. Apenas viéndome me contó emocionado que había conocido el Callejón de Huaylas: “Ahora conozco su tierra: muy maravillosa, muy bonita, montañas muy altas y nieve muy blanca y brillante. Cielo azul, aire limpio y bonitas ropas de gente...”, me repitió varias veces. Me dijo que había estado en Yungay, laguna de Llanganuco, Pastorruri, Chavín... Había viajado a Huarás para entregar unas computadoras a una escuela. Le agradecí por el gesto generoso de su país; pero, en el fondo sentí la triste realidad peruana en actitud de mendicidad internacional mientras un político de plazoleta insulta a los países vecinos de republiquetas. El amigo siguió contándome sus apreciaciones. Alabó al hotel huarasino administrado por los suizos: “¡Buena calefacción, buena atención, comida deliciosa y desde el hotel podía ver a Huascarán! ¡Qué maravilloso! ¡Incomparable!” Así como hay turistas mochileros que viajan gastando poco, hay también turistas que quieren conocer nuevas realidades naturales y culturales en un ambiente de comodidad y seguridad. 

Naturalmente, para continuar la conversación, le pregunté cómo había viajado y si le había afectado la altura. “La altura, no problema. Pero el avión muy caro, como un vuelo internacional. Yo no comprendo”. Me quedé callado porque tampoco comprendo ese costo tan caro de Lima-Huarás-Lima, un servicio que los peruanos comunes no pueden usar. El costo de pasaje de ida y vuelta por avión de Lima-Huarás-Lima es más caro que el pasaje de 240 dólares de Toronto-Nueva York-Toronto; siendo un vuelo internacional entre Canadá y Estados Unidos. 

Como mencionó los lugares turísticos de belleza natural y de riqueza cultural como el centro arqueológico de Chavín de Huántar, la conversación llegó a la carretera: “Hasta ahora me duele la cintura, y todos los huesos también”. Se frotó los huesos de la cadera y la columna vertebral haciendo gestos de dolor. “Muchísimos huecos, todo peligroso. De Yungay a Llanganuco, ¡uf!, camino sin asfalto y muy angosto”. Inmediatamente le pedí mil disculpas. “Dicen que Áncash tiene ricas minas...”. Una verdad; pero, parece que el canon minero va primero a la capital del Perú y de allí sale a gotas; por eso el enfrentamiento del gobierno regional y central. El gobierno culpa a la región porque no sabe gastar; el gobierno regional culpa al gobierno central que no otorga el dinero que le corresponde para la ejecución de las obras en las provincias. En ese juego se pasan meses y años. Y es el tema de los discursos para los nuevos candidatos. 

Para mí, que he realizado tantos viajes al Callejón de Huaylas en transporte público o en vehículo privado, ese comentario sobre las carreteras andinas de Áncash no es ninguna novedad. Desde Chasquitambo comienzan los interminables baches. El zamaqueo no sólo afecta al vehículo sino a los viajeros, y continúa por Recuay, Huarás, Carhuás, Yungay, Carás, El Cañón del pato... y ni pensar en las carreteras que unen a los pueblos del área de Conchucos y Marañón. 

La prensa peruana, 23 de marzo de 2010, difunde la noticia de las estimaciones estadísticas de dos entidades oficiales: Defensoría del Pueblo y Transporte Terrestre y Pasajeros sobre los accidentes en las carreteras en 2009: 3,243 muertos, 48,395 heridos. Los buses, camiones, combis y taxis son los que más se accidentan. Esas cifras superan a las víctimas del terremoto de Ica. Las carreteras en mal estado, los vehículos en mal estado y los conductores y peatones imprudentes son las causas de los accidentes. Esta noticia llega al extranjero y presenta al Perú como un destino turístico de mucho riesgo. 

En el departamento de Áncash está ubicado el majestuoso Callejón de Huaylas. (Foto: Flickr)

Falta la planificación del desarrollo turístico 
El gobierno central de Lima no planifica el desarrollo turístico. Los gobiernos regionales tampoco hacen suficientes esfuerzos por mejorar los servicios y la seguridad a los visitantes. Todos quieren ganar sin invertir en la infraestructura y en la seguridad. 

Los hoteles, aunque tengan bonitos nombres y muchas estrellas como categoría, sólo podrían competir con los hospedajes de otros países del mundo ofreciendo comodidad y buenos servicios al mismo precio. 

El Perú tiene mucho que mostrar porque tiene una naturaleza variada por la orografía y el clima. Desde las áreas desérticas de la costa hasta los bosques tupidos de la selva; desde las zonas bajas y cañones profundos hasta las elevaciones de los glaciares que acarician el cielo, desde el mar rico en productos marinos hasta los lagos andinos y ríos de la selva ricos en fauna y flora. 

El turismo peruano, hablando con franqueza, está centrado más en Lima y Cusco. Lima, por ser el punto de llegada y salida de los vuelos internacionales. Cusco, por Machu Picchu y los restos arqueológicos prehispanos. Y la machupichización del turismo, no es ninguna novedad, es el mérito y defecto del turismo peruano. 

En los meses de lluvia en la sierra hay cancelaciones de vuelos de Cusco a Lima, cancelaciones de viajes a Machu Picchu. Estos problemas son noticias que trascienden la frontera nacional. 

El turismo peruano debe ampliar los destinos. En los meses de lluvia en los Andes, debe ser orientado hacia los centros arqueológicos y balnearios de la costa peruana. Y también hacia la selva. Así se puede evitar que los turistas sufran por la lluvia. 

Si se quiere un ejemplo de turismo ecológico y organizado es Costa Rica que cuenta con excelentes carreteras que llevan hasta los miradores de los volcanes. En otros países existe el Ministerio de Cultura, Turismo y Deportes que muy bien se autofinancia. En Perú, que quiere atraer más turistas, no hay un ministerio que junte a la cultura, turismo y deporte. 

De algo nos tenemos que jactar 
Sin embargo, no todo está mal; de algo tenemos que sentir el orgullo: la sala “Sumaq” del aeropuerto Jorge Chávez es incomparable. He visitado las salas VIP de los aeropuertos de Europa, Asia y de algunos países de América; ninguna llega al nivel de Sumaq (bello, en quechua). En sus amplias salas se puede consumir gratis: frutas, pasteles, refrescos, café, té, leche, bebidas alcohólicas, etc. Hay periódicos nacionales y extranjeros, varios televisores, cabinas de internet, teléfono público, salas de reposo y servicios higiénicos (higiénicos, de verdad). Solamente me ha incomodado el uso excesivo del aire acondicionado; para huir de esa área he tenido que pasar al área sin techo para los fumadores donde he tenido que soportar el humo de los pasajeros que queman muchos cigarrillos, quizás por el nerviosismo del viaje o porque les toca abstenerse por muchas horas de vuelo sin fumar. 

El aeropuerto Jorge Chávez ha mejorado en su infraestructura, en la rapidez de las atenciones y por el hotel para los pasajeros que no quieren salir del área para descansar. 


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