jueves, 17 de junio de 2021

RÉQUIEM POR EL OBISPO IVO BALDI

RÉQUIEM POR EL OBISPO IVO BALDI

Francisco Carranza Romero (investigador del Instituto de Estudios de Asia y América, Dankook University, Corea del Sur)


Por el periódico “La República” (12 de junio de 2021) me he informado que el sacerdote italiano Ivo Baldi Gaburri, obispo de Huari (Áncash), murió el 11 de junio, a causa del Covid-19, en la clínica San Pablo de Huaraz donde estaba internado durante diez días. Una víctima más de la peste que mata a mucha gente en Perú.

Este sacerdote, desde que llegó a Perú en 1975, prefirió hacer su labor sacerdotal en la sierra, siendo párroco de Piscobamba y San Marcos, área del Callejón de Conchucos. Desde diciembre de 1999 fue nombrado obispo de Huaraz. Desde 2008 hasta su deceso fue obispo de Huari.

Para comunicarse con los hispanohablantes no tuvo problemas porque su nivel en la lengua castellana era bueno por sus estudios realizados en Italia, y porque las lenguas italiana y castellana son románicas o neolatinas. Pero, como tenía que tratar también con la gente del área rural donde se hablaba más quechua que castellano, decidió aprender quechua para comunicarse con ellos. Gracias a su actitud sincera, valiente y sin ningún complejo de supremacismo pudo llegar a la población quechua. Se peruanizó, se cholificó.

Muchas veces salió de las oficinas parroquiales y episcopales dispuesto a informarse in situ y personalmente sobre el ambiente social, económico y cultural (creencias, ritos y el grado de religiosidad) de la población de las áreas rurales más alejadas. Él iba al encuentro de otros con la apertura mental y la voluntad de servir. Es que, cuando hay la voluntad de servir hay que esforzarse y salir de los despachos urbanos.

Siendo obispo de Huaraz visitó dos veces a la comunidad campesina de Quitaracsa, mi pueblo natal, en el extremo norte de la provincia de Huaylas. Esas visitas fueron antes de la construcción de la carretera por el proyecto de la Hidroeléctrica de Quitaracsa. Viajó muchas horas a caballo y a pie. Los quitaracsinos, durante mis visitas continuas, me contaron con mucha emoción y cariño cómo el “padre obispo Ivo” (así lo llamaban), hablaba en quechua con ellos, y hasta sus homilías eran en quechua. Así podían entender mejor su mensaje. Los comparaban con algunos docentes que, aun sabiendo quechua, preferían usar el castellano para no tener mucha relación con la gente y los estudiantes. Y los docentes monolingües hispanos enviados a Quitaracsa no mostraban ningún interés de aprender la lengua de la comunidad. Además, seamos sinceros: En Perú la sociedad y la escuela son castellanizantes en todos los niveles. Y muy pocos peruanos respetan y aprecian la cultura nativa; excepto, cuando son de utilidad lucrativa. En nuestros diálogos entre quitaracsinos comparamos al “padre obispo Ivo” con las ilustres autoridades peruanas (subprefecto, prefecto y presidente regional) que nunca se animaron a conocer Quitaracsa porque no es una zona de número relevante de votos.

Él animó a las hermanas religiosas peruanas y extranjeras para ir a los pueblos más alejados donde también hay seres humanos interesados en el mensaje evangélico. Por él llegaron a Quitaracsa un grupo de seminaristas y sacerdotes italianos que participaron en la renovación de la capilla y en la construcción de unas aulas para la escuela. Esos visitantes italianos también entraron en las labores de los campesinos: siega de cebada y trigo, trilla, fabricación del adobe, construcción de paredes, techado, etc. Y los domingos, después de la misa, jugaban el partido de fútbol con los quitaracsinos. Como resultado de esa visita el sacerdote Roberto Borroni escribió el libro “Quitaracsa [Perú]: muchas pequeñas historias para una buena compañía = Kitaracsa, shumaq aruypaq, ichishaq kawaykuna”, 2005, Mantua, Sistema Bibliotecario Ticinese. Y me escribió contándome sus experiencias y del trato familiar que habían recibido él y sus acompañantes.

La noticia del fallecimiento del “padre obispo Ivo”, realmente entristece a los que lo conocieron y lo recuerdan con cariño y gratitud. Y yo, en nombre de mi comunidad, le digo: Wawqi Ivo, nuqakunawanmi wiñay wiñay kawanki (Hermano Ivo, tú vivirás por siempre con nosotros). 





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