miércoles, 28 de septiembre de 2016

ISAÍAS ZAVALETA EN SU CENTENARIO

ISAÍAS ZAVALETA EN SU CENTENARIO

Francisco Carranza Romero


Foto de archivo, 16 de Febrero 1990.

Don Isaías Zavaleta Figueroa ha cumplido cien años rodeado de sus hijos, nietos y bisnietos... Una foto de esta celebración que acabo de verla dice más que muchas palabras. Pachak watayuq amawta: El maestro de cien años. Lo escribo en quechua y castellano porque, me consta, él sabe bien las dos lenguas. Por esta razón vivió amando y fomentando nuestra cultura peruana de muchas raíces.

Yo llegué a Carás, capital de la provincia de Huaylas, para continuar la Primaria. En  Quitaracsa, mi comunidad materna, donde está el nevado Alpamayo (Shuytu Rahu para nosotros) había, como un gran logro de mis mayores, una escuelita con una maestra sólo hasta el Segundo Año. En esta etapa de mi infancia en Carás vi a un señor delgado, demacrado y encorvado caminando y hablando con unos y otros con mucho entusiasmo. Como muchos lo saludaban con respeto, yo también, imitándolos, aprendí a saludarlo respetuosamente cada vez que lo veía. Y él respondía el saludo con sonrisa y con cortesía alzando la mano desocupada, ya que en la otra llevaba, generalmente, un libro o cuaderno. Por los comentarios supe que él escribía bonitos relatos. Aunque no tuve la suerte de ser su alumno, desde niño lo escuché en muchos escenarios. Era un maestro en las aulas escolares y fuera de las aulas.

Como el 31 de mayo de 1970 me sorprendió el terremoto en Carás, allí volví a verlo. Su casa en la Avenida Minerva, así se llamaba entonces, se mantuvo firme. Después de ese terremoto don Isaías apareció en la ciudad norteña de Trujillo donde nos conocimos mejor. Entonces, yo era un docente joven y él ya era un docente jubilado y se dedicaba a las labores de una pequeña imprenta en la quinta cuadra de la calle Bolognesi, pero se daba el tiempo para escribir artículos para el diario “La Industria” donde laboraba su hijo Jorge Zavaleta Alegre, para publicar sus libros, para conversar amigablemente con los conocidos y hasta con los desconocidos, y para servir como pastor protestante. Pero, que quede muy claro, él nunca vivió de la religión, su actividad fue una misión religiosa de servicio y docencia.

El centenario don Isaías Zavaleta es ejemplo de persona de ideales y actos nobles. En conclusión, es un hombre noble. Y ahora recuerdo la enseñanza del maestro Confucio (siglo V antes de Cristo): "La nobleza no es de nacimiento; sino de la superioridad moral". Tenía mucha razón el pensador chino, y se aplica muy bien a personajes como don Isaías.

El amigo Jorge Zavaleta me avisa: “Mi padre está grave…” Entonces los recuerdos de Carás y Trujillo rebrotan en mi memoria. Y mi respuesta de paisano y amigo es: Yo también tuve un padre centenario. Nos alegra verlos vivir un siglo, pero también nos duele verlos acabarse poco a poco. Pase lo que pase. Don Isaías nos da un ejemplo de vivir tantos años con valor y dignidad. 
Kayllam naani, musyallashun. Kawaq naani, ushakaq naani.
Éste camino es única vía, aceptemos la verdad. Vía que vive, vía que perece.

Nota del Editor. La familia de Isaías Elías Zavaleta Alegre, expresa su  agradecimiento por tan invalorable reconocimiento a la vida y obra de un intelectual, de un ciudadano del mundo que convirtió a su país de origen en un referente para  construir un imaginario de  fe en el  futuro de su país natal.




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