lunes, 9 de julio de 2018

PADRE WENCESLAO CALDERÓN REQUIESCAT IN PACE


        PADRE WENCESLAO CALDERÓN REQUIESCAT IN PACE

Francisco Carranza Romero

La vida es una lucha continua por mantenernos en esta orilla aun sabiendo que nuestro camino final e ineludible es cruzar el gran río para llegar a la otra ribera. El padre Wenceslao Calderón de la Cruz vivió consciente de esta lucha diaria superando varias operaciones hasta que al final perdió las energías y aceptó la existencia en la otra ladera.

Nació en Salpo (La Libertad)
Hijo de humildes campesinos salpinos recorrió el duro y largo camino que lleva del campo a la ciudad, y entró en la competencia tanto en su ministerio sacerdotal como en la vida docente en la Universidad Nacional de Trujillo. Con su hermano mayor Andrés Ulises Calderón –también sacerdote- formó una dupla que incomodó al sector conservador del clero trujillano. Con otros sacerdotes jóvenes comprendieron que el verdadero apostolado cristiano consiste en la toma de la conciencia histórica y en la práctica del diálogo para solucionar los conflictos. Este proceso diario les llevó a comprometerse con las aspiraciones de los más débiles y necesitados. Ese grupo nunca predicó la lucha y el odio de las clases como fueron acusados; pero sí propugnó el acercamiento fraterno de los seres humanos. Esos incomprendidos protagonistas de la Teología de la Liberación fueron calificados de “curas rebeldes”, “curas rojos”. Vanas calificaciones de quienes no pudieron aceptar que el cristianismo es también fomentador de los cambios y no sólo guardián de las "verdades".

Unas breves anécdotas que pintan su personalidad
 “Yo me compré este carrito de segunda mano porque una noche recibí la llamada desde un barrio alejado y pobre -por tanto, sin buenos servicios de transporte- pidiéndome que fuera a confesar a una viejita que estaba en agonía. Como a medianoche no se puede conseguir un taxi a esos lugares, me excusé y me comprometí ir al día siguiente temprano. Pero, cuando llegué a la casa, me miraron con tristeza y resentimiento. Ya había muerto la anciana”. Desde entonces, corría a uno y otro lugar con su carrito destartalado. Y hasta fue asaltado por detenerse para dar un aventón a un noctámbulo en las cercanías de otra barriada. Y en la discusión con su asaltante que se lamentó de su mala suerte al enterarse de que él era un cura, le aclaró al instante: “No soy un cura salado. Rezaré por tu salvación”.

A mediodía le visitó un hombre barbudo con un maletín en la mano. “Padre, del obispado me envían a usted. Soy un desertor de la guerrilla, necesito dinero para huir de Trujillo. Ayúdeme, por favor”. Le dio lo que tenía y hasta le regaló una casaca. Nunca más supo de aquel señor. Después le surgió una duda: ¿Aquel hombre era, realmente, un desertor de la guerrilla? O, ¿era un policía vestido de civil? Es que en esa época todos los críticos del régimen eran sospechosos. 

Los ladrones tienen buenas antenas. Unos cacos se enteraron de que el curita había retirado el dinero del banco para los gastos de la construcción del local parroquial. A mediodía, elegantes caballeros estacionaron el automóvil frente a la parroquia, tocaron la puerta pidiendo una cita personal con el párroco. Adentro encañonaron a él y a dos feligreses pidiendo el dinero recién retirado del banco. Como el curita no se amilanó, lo amordazaron y lo amarraron para rebuscar todo. Aunque después fueron capturados y reconocidos nunca devolvieron lo robado, pero sí remitieron una carta al padre para que los perdonara. “¿Pedir perdón sin devolver lo robado a la comunidad? Soy sacerdote, pero no un tonto”, fue su comentario.  

Sobre una pampa polvorienta edificó un templo 
Siendo párroco de la Urbanización Palermo era solicitado muchas veces por los residentes de Santo Dominguito y El Bosque.
-Padre Wenche, mi papá está muy grave. Quiere confesión y extremaunción.
-Padre Wenche, venga a bendecir mi ranchito.
-Padre Wenche, ¿nos puede casar? Generalmente son los egresados de la universidad que fueron sus alumnos o lo conocieron en alguna actividad.

De tanto visitar las polvorientas calles con viviendas en construcción se decidió celebrar la misa dominical en una esquina del pampón destinado para el parque. Con sol, viento y polvo la primera misa fue muy emotiva. Después de la misa los fieles aparecieron con canchita, limonada y algunas cosas para compartir. “Si ustedes se comprometen solicitar para que el municipio nos conceda este terreno para nuestro templo, volveré todos los domingos y pediré al arzobispado para que me nombre párroco de aquí”. Al instante se formaron las comisiones. El siguiente domingo ya habían plantado cuatro palos y techado con esteras para que el padre Wenche estuviera más cómodo. “Bonita casa parroquial, y ya me está gustando”. El otro domingo fue el trabajo comunal para levantar los primeros muros. Así comenzó la construcción del sueño.

El padre salpino Carlos Manuel Calderón, párroco del pueblo de Kassel en Alemania, le contactó con una institución católica que ayuda a los pueblos de los países en desarrollo. Los trabajos avanzaron más. Es cuando viajó a Corea del Sur en búsqueda de más ayuda. “No estoy de acuerdo con la mendicidad; pero mi comunidad me pide que solicite ayuda para la construcción del local parroquial”. Se hizo muchos esfuerzos sin respuestas concretas hasta que el cardenal Esteban Kim, dejando por un momento la reunión de los obispos coreanos, salió a saludarle, a darle la bienvenida y le entregó un sobre con mil dólares. “Reciba esto para sus gastos personales”. El anciano sacerdote peruano se sintió muy emocionado por la sencillez y el afecto del cardenal coreano. “Es que en Perú, un humilde sacerdote no tiene fácil acceso para ver a los altos miembros de la jerarquía eclesiástica”. La respuesta de los católicos coreanos fue generosa y con esa ayuda se terminó la construcción.

La comunidad de los fieles de la Parroquia Cristo Resucitado siente la ausencia del párroco que hizo el apostolado mediante el diálogo horizontal y constante. La misma comunidad aprendió a administrar la parroquia. Pero, gracias a Dios, para la alegría de los fieles y de los amigos, se permitió que sus cenizas dentro de una urna se quedaran dentro de esa infraestructura moderna que construyó durante muchos años, como resultado de muchas gestiones.

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