viernes, 20 de enero de 2017

RELACIÓN DE LOS MÁRTIRES DE LA FLORIDA

Asian Journal of Latin American Studies (2016) Vol. 29 No. 3: 75-77 

RELACIÓN DE LOS MÁRTIRES DE LA FLORIDA 
Francisco Carranza Romero 

"Relación de los mártires de La Florida" (Fondo Editorial de Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2014), libro del franciscano Luis Jerónimo de Oré, cuya edición modernizada y anotada ha preparado la doctora Raquel Chang-Rodríguez, es un documento importante para conocer los hechos de la conquista y evangelización del Sur de los Estados Unidos. Esta edición muy cuidada se ha adaptado a las normas ortográficas actuales. 

Gracias al valioso estudio preliminar, a la detallada cronología, a las notas muy bien documentadas, a la rica bibliografía, al índice de onomásticos y topónimos y a la lista de ilustraciones, está al alcance de todo lector interesado en las crónicas. (En este comentario aparecen la página del libro, publicación del Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y la indicación del folio cuando se refiere al ejemplar de Relación usado). 

Ante las versiones del año de publicación de Relación, Raquel Chang-Rodríguez demuestra, con datos suficientes, que el año 1619 es el más acertado para fijar la publicación de la obra. “El ejemplar de la Relación que sirve de base a mi edición y estudio es […] el único en los EE.UU. Se conserva en los fondos de la Colección José Durand, de las Hesburgh Libraries de la Universidad Notre Dame (signatura: F.314.O741617z)” (69). 

La doctora Chang-Rodríguez es una autoridad en los estudios sobre los cronistas indígenas, mestizos y españoles de los períodos de la conquista y colonia del virreinato del Perú a los cuales ha dedicado sus investigaciones a lo largo de su carrera. Por la introducción de la doctora Raquel Chang-Rodríguez nos informamos sobre la biografía del cronista. 

Datos biográficos de  Luis Jerónimo de Oré
Nació en Huamanga (hoy Ayacucho, Perú) en 1554. Como pasó su infancia y adolescencia en el área andina, hablaba quechua y aimara; por la escolarización en centros educativos dirigidos por los sacerdotes como su noviciado franciscano en Cuzco tenía buen nivel del castellano y, además, aprendió el latín con su padre. Era un hombre multicultural. En Cuzco habría, quizás, presenciado la decapitación del inca Tupac Amaru I (1572) durante el período del virrey Francisco de Toledo. 
En 1581 fue ordenado sacerdote en Lima. 
En 1612, en España, conoció a su compatriota el Inca Garcilaso de la Vega quien le regaló dos libros suyos, La Florida del Inca (1607) y Comentarios reales (Primera parte 1609). 
En 1614 viajó a La Florida como visitador provincial de la orden franciscana. 
En 1619 publicó Corona de la Sacratísima Virgen María Madre de Dios nuestra Señora (Madrid) y Relación de los mártires de La Florida (la doctora Raquel Chang-Rodríguez duda entre Madrid y Salamanca como lugares de publicación). 
En 1620 fue nombrado obispo de la Santísima Concepción (Chile) y allá murió en 1630. 

La Relación consta de once capítulos en donde aparecen algunos personajes famosos como Juan Ponce de León, Lucas Vásquez de Ayllón (raptor de los indígenas), Pánfilo de Narváez y Hernando de Soto (quien participó en la captura del inca Atahualpa en Perú, 1532). 

En todo el libro se nota la pugna de los dos cuchillos: iglesia y estado. “Las rencillas entre los religiosos y administradores coloniales marcaron las relaciones entre los ‘dos cuchillos’ –Iglesia y Estado, como los llamó el obispo Gaspar de Villarroel– en las Indias españolas, y en la Florida no fue excepción” (35). Los religiosos y las autoridades civiles competían ante el rey de España informando de sus éxitos y necesidades por escrito o por mensajeros. Los evangelizadores tienen dos labores con los indígenas: evangelizarlos prometiéndoles la salvación de sus almas, y también convertirlos en vasallos leales de la corona española. 

El sacerdote Oré, de niño y joven, también habría sido testigo de la extirpación de las idolatrías en Perú. La respuesta al movimiento indígena taki unquy (melopatía, reivindicación de creencias nativas con la música y el baile) fue una violenta campaña de extirpación de las idolatrías (prohibición de ritos no cristianos, persecución de los sacerdotes de ritos paganos, destrucción de ídolos y huacas (adoratorios)). En La Florida también los evangelizadores continuaron con la destrucción de los ídolos y ritos de los indígenas e impusieron los ídolos y ritos cristianos: “Comenzando del lugar a donde estaba él (padre Serrano) estaba que a[h]ora se llama San Martín, quemamos doce figuras en medio de la plaza; fuimos a otros cuatro pueblos y en cada uno de ellos quemamos seis figuras” (178) (folio 28r). Sin embargo, hay que reconocer que muchos sacerdotes crearon escuelas donde se enseñó a escribir y leer por medio del alfabeto latino. Cuando los indígenas aprendieron esos signos, escribieron y denunciaron los abusos europeos aunque esta documentación fue escasamente leída y no bien comprendida entonces. 

Las autoridades civiles y militares, usando la ventaja de las armas de fuego que no tienen los indígenas, promueven raptos, rapiñas, maltratos y muertes de los nativos. Estos crímenes son justificados como el precio de la expansión del imperio español. En general, los informes de estos atropellos no tuvieron mucho eco mientras llegaban las riquezas desde las tierras conquistadas. Hay datos de los enfrentamientos entre los españoles e ingleses. Estos últimos son mencionados con el calificativo de “ladrones” porque, según Oré, a eso se dedicaban en mar y tierra. En la siguiente cita aparecen remarcadas en letras negritas las palabras relacionadas con este latrocinio. “Y llegando de Inglaterra como a costa segura, sin que nadie les resista ni estorbe sus designios […] hacen los robos que pueden sin poderlos castigar porque con la presa de cueros de vaca, vino y los demás que pueden pillar, vuelven a desembocar [en] el canal de Bahama […] Y se entran en una de estas guaridas de donde vuelven a Inglaterra ricos con el pillaje que pudieron hacer […] Lo cual es de tal manera que fuera de flota y galeones, no se hace viaje seguro para cualquier parte donde contratan fragatas y naos de alto bordo […] por librarse de caer en el de enemigo, ladrones y corsarios (135-136) (folio 14r). 

La venganza de los indígenas es la respuesta a tantas humillaciones y engaños. Este es el caso del cacique Luis, quien de niño fue raptado y llevado a España para que después sirviera de intérprete e instrumento de dominación de sus hermanos indígenas; pero él, de vuelta a su tierra, se rebeló y mandó ejecutar a los evangelizadores por considerarlos cómplices de los conquistadores españoles. 

Oré, llevado por su formación sacerdotal, critica las costumbres no cristianas: creencias y ritos como las ofrendas de comidas y bebidas a los muertos. Cita a fray Francisco Pareja, otro franciscano famoso por su labor de preparación de catecismos en lengua timucuana, para hablar de la religiosidad de los indígenas, aptos para recibir la comunión: “Y no he hallado causa por do[nde] se les niegue este sacramento pues se hallan muchísimas personas, así indios como indias, que confiesan y comulgan con lágrimas y que hacen ventaja a muchos españoles” (171). 

Este libro es un gran aporte a los estudios de la conquista y colonización de América, particularmente de la vasta zona de Norte América conocida entonces con el nombre La Florida, y de sus conexiones con el virreinato del Perú. 

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