RELACIÓN DE LOS MÁRTIRES DE LA FLORIDA
Francisco Carranza Romero
"Relación de los mártires de La Florida" (Fondo Editorial de Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 2014), libro del franciscano Luis
Jerónimo de Oré, cuya edición modernizada y anotada ha preparado la
doctora Raquel Chang-Rodríguez, es un documento importante para
conocer los hechos de la conquista y evangelización del Sur de los Estados
Unidos. Esta edición muy cuidada se ha adaptado a las normas ortográficas
actuales.
Gracias al valioso estudio preliminar, a la detallada cronología,
a las notas muy bien documentadas, a la rica bibliografía, al índice de
onomásticos y topónimos y a la lista de ilustraciones, está al alcance
de todo lector interesado en las crónicas. (En este comentario aparecen
la página del libro, publicación del Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, y la indicación del folio cuando se refiere
al ejemplar de Relación usado).
Ante las versiones del año de publicación de Relación, Raquel
Chang-Rodríguez demuestra, con datos suficientes, que el año 1619 es
el más acertado para fijar la publicación de la obra. “El ejemplar de
la Relación que sirve de base a mi edición y estudio es […] el único en
los EE.UU. Se conserva en los fondos de la Colección José Durand,
de las Hesburgh Libraries de la Universidad Notre Dame (signatura:
F.314.O741617z)” (69).
La doctora Chang-Rodríguez es una autoridad
en los estudios sobre los cronistas indígenas, mestizos y españoles de
los períodos de la conquista y colonia del virreinato del Perú a los cuales
ha dedicado sus investigaciones a lo largo de su carrera.
Por la introducción de la doctora Raquel Chang-Rodríguez nos
informamos sobre la biografía del cronista.
Datos biográficos de Luis Jerónimo de Oré
Nació en Huamanga
(hoy Ayacucho, Perú) en 1554. Como pasó su infancia y adolescencia
en el área andina, hablaba quechua y aimara; por la escolarización en
centros educativos dirigidos por los sacerdotes como su noviciado
franciscano en Cuzco tenía buen nivel del castellano y, además, aprendió el latín con su padre. Era un hombre multicultural. En Cuzco habría,
quizás, presenciado la decapitación del inca Tupac Amaru I (1572) durante
el período del virrey Francisco de Toledo.
En 1581 fue ordenado sacerdote
en Lima.
En 1612, en España, conoció a su compatriota el Inca Garcilaso
de la Vega quien le regaló dos libros suyos, La Florida del Inca (1607)
y Comentarios reales (Primera parte 1609).
En 1614 viajó a La Florida como
visitador provincial de la orden franciscana.
En 1619 publicó Corona de
la Sacratísima Virgen María Madre de Dios nuestra Señora (Madrid) y Relación
de los mártires de La Florida (la doctora Raquel Chang-Rodríguez duda
entre Madrid y Salamanca como lugares de publicación).
En 1620 fue
nombrado obispo de la Santísima Concepción (Chile) y allá murió en
1630.
La Relación consta de once capítulos en donde aparecen algunos personajes
famosos como Juan Ponce de León, Lucas Vásquez de Ayllón (raptor
de los indígenas), Pánfilo de Narváez y Hernando de Soto (quien participó
en la captura del inca Atahualpa en Perú, 1532).
En todo el libro se
nota la pugna de los dos cuchillos: iglesia y estado. “Las rencillas entre
los religiosos y administradores coloniales marcaron las relaciones entre
los ‘dos cuchillos’ –Iglesia y Estado, como los llamó el obispo Gaspar
de Villarroel– en las Indias españolas, y en la Florida no fue excepción”
(35). Los religiosos y las autoridades civiles competían ante el rey de
España informando de sus éxitos y necesidades por escrito o por mensajeros. Los evangelizadores tienen dos labores con los indígenas: evangelizarlos
prometiéndoles la salvación de sus almas, y también convertirlos en vasallos
leales de la corona española.
El sacerdote Oré, de niño y joven, también
habría sido testigo de la extirpación de las idolatrías en Perú. La respuesta
al movimiento indígena taki unquy (melopatía, reivindicación de creencias
nativas con la música y el baile) fue una violenta campaña de extirpación
de las idolatrías (prohibición de ritos no cristianos, persecución de los
sacerdotes de ritos paganos, destrucción de ídolos y huacas (adoratorios)).
En La Florida también los evangelizadores continuaron con la destrucción
de los ídolos y ritos de los indígenas e impusieron los ídolos y ritos
cristianos: “Comenzando del lugar a donde estaba él (padre Serrano) estaba
que a[h]ora se llama San Martín, quemamos doce figuras en medio de
la plaza; fuimos a otros cuatro pueblos y en cada uno de ellos quemamos
seis figuras” (178) (folio 28r). Sin embargo, hay que reconocer que muchos
sacerdotes crearon escuelas donde se enseñó a escribir y leer por medio
del alfabeto latino. Cuando los indígenas aprendieron esos signos, escribieron
y denunciaron los abusos europeos aunque esta documentación fue
escasamente leída y no bien comprendida entonces.
Las autoridades civiles y militares, usando la ventaja de las armas de
fuego que no tienen los indígenas, promueven raptos, rapiñas, maltratos
y muertes de los nativos. Estos crímenes son justificados como el precio
de la expansión del imperio español. En general, los informes de estos
atropellos no tuvieron mucho eco mientras llegaban las riquezas desde
las tierras conquistadas.
Hay datos de los enfrentamientos entre los españoles e ingleses. Estos
últimos son mencionados con el calificativo de “ladrones” porque, según
Oré, a eso se dedicaban en mar y tierra. En la siguiente cita aparecen
remarcadas en letras negritas las palabras relacionadas con este latrocinio.
“Y llegando de Inglaterra como a costa segura, sin que nadie les resista
ni estorbe sus designios […] hacen los robos que pueden sin poderlos
castigar porque con la presa de cueros de vaca, vino y los demás que
pueden pillar, vuelven a desembocar [en] el canal de Bahama […] Y se
entran en una de estas guaridas de donde vuelven a Inglaterra ricos con
el pillaje que pudieron hacer […] Lo cual es de tal manera que fuera
de flota y galeones, no se hace viaje seguro para cualquier parte donde
contratan fragatas y naos de alto bordo […] por librarse de caer en el
de enemigo, ladrones y corsarios” (135-136) (folio 14r).
La venganza de los indígenas es la respuesta a tantas humillaciones
y engaños. Este es el caso del cacique Luis, quien de niño fue raptado
y llevado a España para que después sirviera de intérprete e instrumento
de dominación de sus hermanos indígenas; pero él, de vuelta a su tierra,
se rebeló y mandó ejecutar a los evangelizadores por considerarlos cómplices
de los conquistadores españoles.
Oré, llevado por su formación sacerdotal, critica las costumbres no
cristianas: creencias y ritos como las ofrendas de comidas y bebidas a
los muertos. Cita a fray Francisco Pareja, otro franciscano famoso por
su labor de preparación de catecismos en lengua timucuana, para hablar
de la religiosidad de los indígenas, aptos para recibir la comunión: “Y
no he hallado causa por do[nde] se les niegue este sacramento pues se
hallan muchísimas personas, así indios como indias, que confiesan y
comulgan con lágrimas y que hacen ventaja a muchos españoles” (171).
Este libro es un gran aporte a los estudios de la conquista y colonización
de América, particularmente de la vasta zona de Norte América conocida
entonces con el nombre La Florida, y de sus conexiones con el virreinato
del Perú.
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