viernes, 10 de agosto de 2018

EL MUNDO AL REVÉS


A propósito de una guerra inútil

                                 EL MUNDO AL REVÉS
                               Francisco Carranza Romero
                 
A principios del siglo XVII el cronista indígena Waman Puma (halcón y puma), más conocido por su nombre cristiano Felipe Huamán Poma de Ayala, escribió en castellano y quechua sus críticas opiniones de la conquista y usurpación del territorio incaico por los europeos cristianos; y, cuando las palabras no eran suficientemente objetivas, dibujó muchos folios. A esas épocas de invasión y explotación las llamó “el mundo al revés”, traducción de la expresión quechua “pacha tikray”, que se refiere al caos.

SIGLO XVI

En este siglo, realmente, el mundo estaba al revés para Waman Puma  por los siguientes hechos:
Trampa para matar al inca. En la plaza de Cajamarca el inca citó a los forasteros recién llegados para conocerse. Los cronistas oficiales –los enviados desde España para escribir justificando las acciones de los conquistadores- y los no oficiales refieren así ese encuentro: El sacerdote Vicente Valverde, antes que cualquier jefe español, se presentó al inca Atahualpa portando la Biblia en la mano. Gracias al intérprete Felipillo le dijo que aceptara la palabra de su Dios. El inca puso el libro a su oído, y al no oír esa palabra (rimay) se sintió engañado y arrojó ese libro. “Venganza, cristianos, la palabra de Dios por los suelos”, gritó el dominico. Ante esa contraseña, desde detrás de los muros de la plaza rugieron los arcabuces, los jinetes bien armados entraron gritando “¡Santiago, Santiago!” dispuestos a matar a cuantos pudieran. El inca había caído en la trampa, fue capturado y ejecutado después de un simulacro de juicio.

En nombre de la santa religión y de la civilización los conquistadores destruyeron templos, ídolos y otras manifestaciones nativas. Los hombres y lugares fueron bautizados con nombres cristianos. Era una forma de salvarlos del horrible infierno. Los indígenas tenían que optar por una de las dos alternativas: Creer o morir. Millares de indígenas ya bautizados fueron esclavizados y mandados a las minas y obrajes para generar más riqueza para los amos.

Las críticas de algunos honestos clérigos como Bartolomé de las Casas fueron calificadas como “leyenda negra”. El poder de entonces también tenía muchas formas de evadir las críticas. 500 años después el papa, máxima autoridad de la religión católica, pidió perdón a los descendientes de aquellos conquistados y ultrajados; pero el mea culpa no resucitó a los muertos, ni calmó el dolor de las víctimas ni les restituyó los bienes usurpados.

    En otras partes del mundo también se conquistó pueblos y se masacró seres humanos en nombre del progreso y de la modernización tecnológica.

SIGLO XXI

Ahora, en los inicios del siglo XXI, también vivimos el mismo fenómeno de “el mundo al revés”. Los hechos son similares:

Se invade el territorio de Irak para imponer la cultura occidental de democracia y libertad, y el modus vivendi también occidental.

Después de ser los entusiastas partícipes de la creación de instituciones como la ONU y el Consejo de Seguridad Internacional, cuando éstas no les sirven sumisamente, las desconocen y actúan rompiendo todos los compromisos internacionales.

El enemigo de hoy, hace unas décadas era el más consentido aliado porque atacaba a su vecino Irán. Cuando dejó de ser obediente, fue calificado de dictador, tirano y monstruo. Pero ese monstruo fue alimentado y apoyado por Estados Unidos.

Revisemos la historia. ¿Cuántos dictadores de América Latina fueron también financiados y apoyados? Un ejemplo: En Chile, el 11 de setiembre de 1973, el general Augusto Pinochet derribó el gobierno democrático y civil de Salvador Allende que murió en pleno combate. Ahora EE.UU. reconoce su error por haber apoyado ese hecho. Aunque los políticos manejen el doble discurso: los dictadores de izquierda o derecha son dictadores. Los que los apoyan son sus cómplices.

¿Quiénes serán los vencedores de esta guerra de Irak? Indudablemente, las industrias de armas bélicas que necesitan escaramuzas y masacres para demostrar y promocionar sus nuevas armas. Apenas concluida la carnicería humana lejos de Europa y Estados Unidos tendrán muchos pedidos de países que todavía actúan bajo el principio romano “Si vis pacem, para bellum” (Si quieres la paz, prepara la guerra). Son los descendientes de Caín que no pueden vivir sin odiar y matar. Los financiadores de la guerra, sin ninguna duda, también se beneficiarán del reparto del oro negro.

¿Quiénes serán los perdedores? Los pobres ciudadanos de Irak que no pudieron sacar su dinero a los bancos extranjeros, los que no tuvieron tiempo ni recursos para huir. Esa población que sufrió la dictadura fortificada por los protectores extranjeros. Esa gente que sufre hambre y sed, que llora por sus familiares muertos en combate o por los efectos colaterales de la guerra –así llaman ahora a las muertes de los civiles fuera de combate-. Los periodistas oficiales, como los cronistas de antes, se encargan de justificar la guerra.

Los pobres familiares de los soldados de las fuerzas aliadas, los que no pudieron evitar que cumplieran el servicio militar en otro lugar, sobreviven con la esperanza de verlos retornar sanos y salvos. Los hijitos de los que decidieron la guerra, y los hijitos de los grandes empresarios están lejos del peligro.

Otros perdedores son los que creían que después del término de la guerra fría habría más posibilidades de construir un mundo de paz, justicia y libertad.

Hace apenas tres años se celebró con mucha publicidad y fanfarria el inicio del nuevo milenio, el inicio del siglo XXI del calendario gregoriano occidental, por supuesto. Entonces hubo voces de mucho optimismo: el inicio de la nueva era de paz, justicia y libertad. La palabra globalización se repitió en muchos idiomas, hasta los loros aprendieron esta palabra; pero algunos críticos ya veían que dentro de esa palabra “globo” había un terrible vacío. Es que, en la práctica, la globalización es la imposición de la ideología y los productos de las superpotencias.

¿Cuándo llegará el día en que vivamos bajo el principio: Si vis pacem, non para bellum? El que ama, de verdad, la paz; no debe preparar la guerra, ni debe desarrollar armas bélicas. Si no se cumple este principio no habrá ningún acuerdo de paz válido.




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